Hay restaurantes ´baratos´ que, amén de provocar disentería, resultan carísimos al ver lo que hemos pagado por un género vomitivo, ´adobado´ por un servicio grosero; y eso sin contar la factura de la farmacia.
Hay restaurantes ´caros´, que si a la excelente y cuidada calidad del servicio, le sumamos lo que cuesta en el mercado el producto que nos han servido, y el haber disfrutado de una experiencia gastronómica encomiable, pues al final resulta que la factura que hemos pagado, por alta que sea, ha resultado barata.
Y viene esto a cuento del ´mantra gubernamental´ que pregona que los impuestos que pagamos en España está en línea con lo que pagan los ciudadanos de otros países de la Unión Europea. Claro que en la ecuación se olvidan de evaluar la cantidad y calidad de los servicios que reciben ´esos ciudadanos de otros países europeos´ a cambio de sus impuestos, si lo comparamos con lo que -al cambio- nos dan en España, o regala Sánchez: a otros, con cargo al dinero de nuestros impuestos:
Nunca he creído que las comparaciones, al igual que la verdad, sean odiosas. Lo odioso son las medias verdades, que siempre suelen enmascarar las peores mentiras, y, por supuesto, los mentirosos compulsivos, con ´pedigree´ acreditativo.
SUECIA o ESPAÑA ¿Quién paga MÁS IMPUESTOS? Estudio hecho en 2016.
Ahora, en 2022, hágame caso, mejor no saberlo.