El ensayista francés, Jean Gimpel, en su obra “CONTRE L’ART ET LES ARTISTAS”, escribió que «el romántico es un insatisfecho, un introvertido que preconiza el sentimiento y condena la razón, y encuentra en el arte, en la estética o en lo bello, una compensación a su frustración. Para él, el arte es un sustituto, un refugio, un consuelo. El arte lo aísla de la realidad del mundo exterior».
Personalmente coincido con Gimpel en su definición del ´romántico´, salvo en una cosa, y es cuando dice que los románticos son seres frustrados.
Un servidor siempre se ha considerado como un romántico impenitente, pero nunca como un frustrado o un insatisfecho. En ´mi mundo´, en mi cueva mental, me siento pleno y feliz, siendo como soy. Pero afirmar que soy un frustrado porque no me gusta el mundo ´de los otros´, es la misma estupidez como si yo dijera que todos los que no les gusta el mundo en el que vivo se sienten desgraciados.
Frustrados serán aquellos que viviendo en un mundo que no les gusta, son incapaces de poderse crear uno propio al que poder escapar. Al final, todo está en la mente de cada uno, y cada mente es un universo en sí mismo.