De apellidos netamente españoles y agnóstico de ficha, Patxi López Álvarez es un descreído y como tal un buen correveidile, en este caso de su jefe Pedro Sánchez Pérez-Castejón, del que ha aprendido a mentir más que a hablar.
Lehendakari entre el 7 de mayo de 2009 y el 15 de diciembre de 2012 gracias a los votos que cosecho para el PP en el País Vasco Jaime Mayor Oreja y que éste le cedió amablemente para evitar otro gobierno del PNV, el de Baracaldo sigue refractario a reconocerlo y por eso desprecia al partido de centro derecha cada vez que tiene ocasión.
Blasona su Francisco con el vascuence Patxi para despistar al personal y como genuino López, apellido procedente del latín lupus, de la raíz indoeuropea ulknos, ha presentado con los comunistas/ independentistas de Unidas Podemos la proposición de ley que suprime del Código Penal el delito de sedición y deja vía libre para sucesivos golpes de Estado sin consecuencias penales mayores para sus protagonistas, alegría de su paniaguada clientela y regocijo de Sánchez, un cínico que en la oposición recomendó que se aplicara a los sublevados el delito de rebelión, más grave que el de secesión.
Y en este dejar indefenso al Estado de derecho y contribuir al naufragio de las reglas de juego que le dan sentido, el ex lehendakari se ha distinguido también por la sarta de patrañas que ha dicho para justificarlo, incluyendo una nueva jerarquización del delito: “europeizarlo”.
Otro embuste porque en Alemania y Francia se pena con hasta cadena perpetua y en Portugal, donde no existen independentistas, con hasta quince años de prisión.
Patxi López (PSOE)
En su trámite parlamentario para “europeizarlo” se tocará de paso la malversación, de tal forma que facilite la vuelta a casa del huido Carles Puigdemont i Casamajó y se rehabilite al condenado en firme por sedición y malversación de caudales públicos -indultado por Sánchez- Oriol Junqueras Vies, que así se podrá presentar a próximas elecciones, ser presidente de la Generalitat, o, si lo ve más productivo, ministro de asuntos exteriores de un gobierno de Sánchez para extender con más medios y rapidez la batalla de la imagen y conseguir apoyos para que Cataluña logre su independencia con el beneplácito y los aplausos de Sánchez porque, como ha dicho con toda sinceridad el empleado de la Universidad de Vic: “Será más fácil que las tesis republicanas e independentistas ganen espacio” ya que los jueces “tendrán menos herramientas” y podrán disponer de menos recursos legales para blindar la unidad de España porque “deberán retorcer más el Derecho” y eso, a su vez, hará “más fácil conseguir apoyos internacionales”.
“Lo deberán retorcer todo mucho más y cuanto más lo retuerzan más fácil será ganarlo desde el punto de vista de la justicia internacional” para frenar los próximos desafíos separatistas, ha dicho el orondo barcelonés, después de calificar de “éxito” la propuesta para suprimir la sedición en el Código Penal y sumarse entusiasta el taimado PNV para el que “también hay que suprimir el artículo 155 de la Constitución”, ese que con tanto remilgo se aplicó contra los secesionistas y que agradecieron la mayoría de los catalanes porque comprobaron en sus bolsillos y libertades que durante los meses que estuvo vigente vivieron mejor y con menos cargas.
De fondo y como cuestión nuclear de los independentistas el troceo territorial del poder judicial con la creación del Consejo de Justicia de Cataluña y “una justicia exclusiva para el País Vasco” que ya ha pedido públicamente el PNV por boca del lehendakari Iñigo Urkullu Rentería.
Cuando esto suceda, que sucederá si antes no hay redaños, Patxi López será un nuevo juguete roto de Pedro Sánchez y éste habrá añadido a su biografía dos títulos más: uno de relumbrón, presidente de la Internacional Socialista, y otro negro, desbastador de España.
