Y cuando el frío viento te cale los huesos, y las sombras más funestas te hielen el alma, no temas; tan solo cierra los ojos y entrégate a la oscuridad que te llama.
Y cuando ella te abrace, no te resistas, porque es preciso que sientas su gélido beso antes que descubras que la muerte no es más que despertar en un nuevo mañana…; el alzarse del suelo en un mundo sin lágrimas.
Y ya no más dolor, no más angustia, no más desesperanza.
Tan solo alas en el alma que te lleven más allá de donde los sueños alcanzan.