Sé de dónde vengo, aunque mi consciente no lo sepa. Sé dónde estoy, aunque mi inconsciente no lo vea; y sé adónde voy, cuando cierro los ojos y la razón no me ciega.
Y me gusta, a pesar que a veces los días se hacen largos y las noches eternas.
Navegamos por el mar de la vida, y los vientos huracanados, los problemas, si se saben aprovechar, son oportunidades que nos permiten avanzar más rápido hacia nuestro destino final, que no será otro que el principio de una nueva singladura hacia nuevos horizontes, bajo cielos más amplios, más allá de donde nuestros mejores sueños pudieron imaginar
Y cuando la tempestad redoble y no puedas más, recuerda que sin viento y con calma, no se llega a ningún lugar; aunque a veces, solo a veces, cuando al alma no le quedan lágrimas que llorar y las estrellas se apagan oscurecidas por la tormenta, añoramos aquellos lánguidos momentos en los que sobre un pacífico mar de aguas quietas, dulcemente nos dejábamos llevar.