Se les llena la boca de igualdad, tolerancia y otros vocablos de los que intentan apropiarse, pero la única realidad es que el Gobierno socialcomunista de Sánchez está significando una peligrosa involución democrática en todos los ámbitos y sectores, en especial, para la unidad del Estado español.
Los partidos independentistas, pero ante todo el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que se lo consiente y arenga, han convertido a nuestro país en un reino feudal en el que se vuelve a pagar el diezmo.
Cual vasallo de estos grupúsculos políticos que han hecho de la independencia su modo de vida, Sánchez se pliega ante sus señores nobles, muchos de ellos condenados por la Justicia, y abona sin rechistar su diezmo político, pero, lamentablemente, a costa de España y los españoles.
Recordando el canon que había que pagar en la Edad Media por el valor de ciertas mercaderías que se traficaban y llegaban a los puertos, o entraban y pasaban de un reino a otro, el presidente del Gobierno pasa por caja con los reyezuelos catalanistas: les elimina el delito de sedición para excarcelarlos; les poner alfombra roja reduciendo las penas por futuros delitos de malversación para que puedan financiar impunemente un referéndum ilegal; y, ante todo, pone en jaque la Constitución que todos nos dimos, desde la concordia, en 1978.
Dicen los historiadores que, mediante el arrendamiento de diezmos y rentas señoriales, se monopolizaba el mercado de los cereales. Ahora, desgraciadamente, mediante el pago del diezmo a los independentistas, Pedro Sánchez quiere monopolizar y manipular el futuro de los españoles.
La esperanza de los ciudadanos a los que el ocupante de La Moncloa trata con altivez y desprecio, es que todos nos sublevemos democráticamente el próximo año en las urnas, para que Pedro Sánchez, un personaje autoritario de un Gobierno social comunista cada vez más autocrático, deje de pagar este diezmo feudal que desangra a nuestra nación.