Nunca, repito, nunca, en la Historia de la Humanidad, había sucedido que en plena batalla, unos hombres dejaran de matarse por unas horas, para estrecharse la mano, abrazarse e intercambiar regalos. ¿Se imaginan la escena?
Allí donde llegó la simiente del cristianismo, la Navidad nos une por encima de nacionalidades, culturas y razas; por encima de credos y hasta de descreencias. Ésa es la magia de un humilde niño que nació en Belén hace más de dos mil años, y que ni el paso de los siglos, ni las barbaridades cometidas en su nombre, han podido apagar su mensaje de Amor y Paz.
Hoy se cumplen ciento ocho años de aquella Navidad de 1914, durante la 1ª Guerra Mundial, cuando desobedeciendo órdenes superiores, los soldados alemanes y británicos hicieron un alto el fuego durante la Nochebuena de aquella Navidad.
Noche de Paz
La tregua comenzó la noche del 24 de diciembre de 1914, cuando las tropas alemanas comenzaron a cantar “Stille Nacht” (“Noche de paz”), a lo que las tropas británicas atrincheradas cien metros más allá, respondieron cantando el “Silent Nighten” (el mismo villancico en inglés).
Poco a poco los soldados comenzaron a salir desarmados de las trincheras, encontrándose en medio de la tierra de nadie que les separaba. Allí los contendientes comenzaron a estrecharse las manos, mientras cada uno en su idioma, felicitaba la Navidad a su enemigo. Hubo intercambio de pequeños regalos como cigarrillos, chocolatinas, whisky, y durante la mañana del 25 llegaron a jugar un partido de fútbol, que terminó en empate.
En tierra de nadie
La artillería permaneció en silencio aquella noche mientras, en una ceremonia improvisada, británicos y alemanes, juntos, enterraron y lloraron a sus muertos, mientras en voz alta se leía el Salmo 23: «El Señor es mi pastor, nada me falta. Sobre verdes praderas me hace reposar, y me guía hacia aguas tranquilas… Y aunque camine por el valle de las sombras, nada temeré, porque Él está conmigo».
Un discurso único y sin parangón
Ninguna otra religión, descreencia, filosofía, o ideología, ha sido capaz de producir un acontecimiento similar; tan solo el cristianismo y su mensaje de amor universal.
¡Feliz Nochebuena…! ¡Feliz navidad y Paz a todos los hombres y mujeres de buena voluntad; cristianos o no! Al resto, a los que no tienen buena voluntad, los felicito también, pero desde la prudente distancia que marca la bayoneta calada.
Y es ue Jesucristo nos pidió que fuéramos hermanos, pero no primos, ni cándidos ingenuos. ¡Creo yo!
NOTA: Las fotografías que ilustran estas líneas fueron tomadas aquel día. En ellas podemos ver a los protagonistas reales de aquella entrañable historia de cristiano amor fraternal. Al llegar la noticia a los respectivos cuarteles generales, se tomaron cartas en el asunto castigando a los oficiales, y recordando a los soldados que su deber era matar y morir, no confraternizar. Las cartas que los soldados enviaron a sus familias relatando los hechos fueron destruidas, las informaciones de los periódicos, censuradas, y los negativos de las fotografías, confiscadas, pero aún así y todo, no pudieron evitar que al final el mundo conociese la verdad.
El vídeo, que puede parecer fruto de la ficción creativa de unos publicistas, recoge fielmente lo sucedido aquella Nochebuena y Navidad de 1914.