Prefiero morir por un sueño, antes que vivir en una eterna pesadilla

¿Contra bombas, confeti?

Porque la vida no es un problema de cantidad, sino de calidad

¿Contra bombas, confeti?

Me hace mucha gracia cuando se habla de guerra sucia, como si acaso existiese alguna limpia. Lo que sí está claro es que, cuando hablamos de guerra, siempre hay unas que son más guarras que otras; pero todas sucias al fin y al cabo.

Unamuno acuñó la frase “guerra a la guerra”, manifestando que “no cabe defender la guerra; no cabe defender nada que nos traiga la muerte; porque la muerte es el supremo de los males. ¡Viva la vida! ¡Muera la muerte! Defender la guerra es defender la muerte.”

Sabias palabras, sin embargo hay una cosa que no comparto con Unamuno y es lo de: “la muerte es el supremo de los males”. Y es que tamaña afirmación es de un simplismo pastoril, y que lo único que denota es que su autor no ha experimentado lo dura, cruel y angustiosamente larga e insoportable que en ocasiones puede resultar la vida.

Pidamos por la paz mundial, y recemos por ella aquellos que somos creyentes; y mientras ésta llega, si es que llega, no metamos más leña al fuego e intentemos apaciguar los ánimos.

Ahora bien, tengamos claro que la paz no se gana lanzando serpentinas y confeti a quien te está tirando bombas. Lanzando serpentinas y confeti lo único que se puede ganar es la muerte o, peor aún, la esclavitud que no es más que una muerte en vida.

Llegados a ese punto, lo que siempre he tenido muy claro es que prefiero morir por un sueño, antes que vivir en una eterna pesadilla. Porque la vida no es un problema de cantidad, sino de calidad.

Por otro lado, y con respecto a lo de poner la otra mejilla, como cristiano la pondré, pero teniendo en cuenta que tan solo tengo dos, una vez cumplido con el mandato evangélico, actuaré a discreción; sin odio, pero con la máxima contundencia posible. Y no por mí, sino por todos aquellos que vienen tras de mí; por mis hijos y mis nietos, a los que deseo un mundo mejor, libre de tiranías, iluminados, y fanáticos homicidas.

Dicen que si uno no quiere, dos no discuten. Si se practicase este principio, no habría guerras en el Mundo, pero entonces la pregunta sería: ¿A qué precio?

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Autor

Antonio Gil-Terrón Puchades

Antonio Gil-Terrón Puchades (Valencia 1954), poeta, articulista, y ensayista. En la década de los 90 fue columnista de opinión del diario LEVANTE, el periódico LAS PROVINCIAS, y crítico literario de la revista NIGHT. En 1994 le fue concedido el 1º Premio Nacional de Prensa Escrita “Círculo Ahumada”. Ha sido presidente durante más de diez años de la emisora “Inter Valencia Radio 97.7 FM”, y del grupo multimedia de la revista Economía 3. Tiene publicados ocho libros, y ha colaborado en seis. Actualmente escribe en Periodista Digital.

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