“De Stalin no merezco nada más que gratitud por mi leal servicio, de Dios merezco el más severo castigo por haber violado sus mandamientos miles de veces. Ahora mira dónde estoy y juzga si existe un Dios o no…”
Con estas palabras se despedía de la vida terrenal, Génrij Yagoda, el que fuera durante años el jefe de la policía secreta de Stalin y brazo ejecutor de sus numerosos crímenes. El dictador rojo pagó la lealtad de su servil sicario, acusándolo de alta traición y ordenando su ejecución.
Según Trotski, entre los numerosos asesinatos que realizó Yagoda siguiendo instrucciones de Stalin, estaría el del envenenamiento del propio Lenin.
Pero del salario que también recibió León Trotski, de su amo el diablo, hablaremos mañana más despacio.
Por hoy me quedo con las didácticas palabras del exjefe de la policía de Stalin: “DE STALIN NO MEREZCO NADA MÁS QUE GRATITUD POR MI LEAL SERVICIO; DE DIOS MEREZCO EL MÁS SEVERO CASTIGO POR HABER VIOLADO SUS MANDAMIENTOS MILES DE VECES. AHORA MIRA DÓNDE ESTOY Y JUZGA SI EXISTE UN DIOS O NO…”
¡Amén!
Y hablando del diablo y sus secuacess mediáticos…