Dicen que cuando estás a punto de morir, ves pasar a toda velocidad un tráiler con el compendio de lo que ha sido tu vida hasta ese momento; y es cierto. Personalmente lo he comprobado en las puntuales ocasiones, que han sido más de tres, en las que me he dicho ´hasta aquí has llegado, chaval´.
Lo cierto es que como soy tan ´rarito´, he disfrutado de ese visionado las veces que, por bemoles, lo he tenido que contemplar, sí o sí. Y ello me ha llevado, en la actualidad, a revivir ´en bucle´, la película de mi vida.
Pero lejos de verla a velocidad de vértigo, la contemplo en tiempo real, salvo aquellas maravillosas escenas, que por sí solas justifican toda una vida; porque esas, las que de verdad importan, las revivo a cámara lenta, una y otra vez, saboreando cada segundo de aquellos momentos en los que por un instante toqué la eternidad.
Y cuando acabo, pues nada; rebobino, y vuelvo a empezar. Debe de ser por cosas de la edad; sí; especialmente cuando ésta se junta con soledad. Una soledad que, buscada, o impuesta, al final lo mismo da; sigue siendo soledad.