No deja de ser curioso como los ateos militantes (que no todos lo son), por una parte defienden con vehemencia, desde el taburete de la barra del bar, la teoría de la Evolución frente a la de la Creación Divina; pero por otro lado no tienen más narices que reconocer, ante la evidencia científica, que el Universo apareció de ´la nada´ hace unos 13. 800 millones de años. Claro, que es mucho suponer, que se hayan enterado.
Lo cierto es que hasta hace relativamente poco, los ateos defendían que el Universo no lo creó nadie, porque siempre había estado ahí. Sin embargo, cuando -a mediados del siglo XX- los científicos descubren que el Universo no es eterno, sino que apareció de la nada y con un diseño inteligente, hace, entre 13.761 y 13.835 millones de años, los ateos callan; y si les preguntas cómo puede salir ´algo´ de ´nada´, no saben, no contestan. Normal. Qué puñetas van a contestar.
Sin embargo, y a pesar del absurdo, es la teoría Evolucionista la que, por ser la homologada como ´políticamente correcta´, se enseña en los colegios como la única válida y verdadera, obviando que nada puede salir de la nada, ni la nada puede evolucionar en nada que no sea nada, por la simple razón de que no hay nada que evolucionar.
Y luego se burlan de las creencias de los demás. ¡Ay Dios mío!
«No me cuesta tener esa fe, porque el orden e inteligencia del cosmos dan testimonio de la más sublime declaración jamás hecha: “En el principio creó Dios…”». ARTHUR COMPTON, PREMIO NOBEL DE FÍSICA.