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No hay efecto que no tenga una causa que lo haya originado. De hecho, nuestras vidas son una concatenación de causas y efectos, en la que lo que hoy es efecto, mañana será causa de lo que nos suceda, y así sucesivamente.
Lo que acontece es que vivimos tan deprisa que, amén de tener una pésima memoria para los malos recuerdos, en muy pocas ocasiones nos paramos a analizar el porqué de las cosas que nos pasan, y así nos va.
Hemos convertido nuestras vidas en un carrusel de efectos; así nos pasamos los días haciendo de bombero, lo cual no nos deja tiempo para analizar y prevenir las causas del fuego.
Si realmente dedicásemos unos minutos al día a reflexionar sobre los acontecimientos que nos sobrevienen, nos percataríamos que en la mayoría de ocasiones, nuestra vida es continuo tropezar con los mismos ´adoquines´; indigentes neuronales, carentes de masa encefálica noble.