Resucitar la verdad, una y otra vez

La otra muerte de Lázaro

Para que de nuevo la vuelvan a matar

Khalil Gibrán
Khalil Gibrán. PD

Si Gustavo Adolfo Bécquer fue, indudablemente, mi referente de juventud, Gibrán Khalil Gibrán ha sido -y es- el poeta de mi madurez. Gibran Khalil Gibran, es un poeta, a caballo entre dos siglos, que cabalga sobre un mundo que agoniza, con la mirada perdida en un horizonte lejano, más allá de la vida, más allá de la muerte, más allá de la nada.

Khalil Gibrán es un poeta cristiano, católico maronita, cuya obra siempre giró en torno a la figura de Jesucristo. Su poesía es un canto a la muerte, como comienzo de la verdadera vida, y su discurso no cambia, ni tan siquiera cuando Kahlil es consciente de que ha llegado la hora de su partida. En uno de sus libros, Khalil escribe unos versos que parecen dedicados a todos los mártires cristianos; a los que fueron, a los que son, y a los que serán. Quien habla es Lázaro, el amigo a quien Jesús resucita:

«Ahora, todos me escucharán. Si Él resucitó de entre los muertos, será crucificado de nuevo, pero no será crucificado solo. Ahora yo lo proclamaré y ellos me crucificarán también». [“LÁZARO Y SU AMADA”, Khalil Gibrán, 1925]

Por amor a Jesús, Khalil Gibrán no dudó un momento en arremeter contra los sempiternos fariseos de su época, al igual que lo hiciese Mi Señor hace dos mil años. Y es por esa crítica, entre líneas, que aparece en su poesía, por lo que su obra ha sido ignorada por la Iglesia Católica; cómo si de poetas e intelectuales anduviéramos sobrados.

Gibran Kahlil Gibran [1883-1931], poeta, pintor, novelista y ensayista libanés, falleció el 10 de abril de 1931, en Nueva York, a la edad de 48 años. Cristiano católico maronita, toda su obra se halla impregnada por un profundo misticismo cuyo epicentro es la figura de Jesucristo. De entre sus escritos he seleccionado un fragmento de su libro “JESÚS EL HIJO DEL HOMBRE”. Quien lo lea, se percatará de tres cosas: la primera de ellas es la de su pasión por Jesús, la segunda su profunda creencia en la reencarnación de las almas, y la tercera es su manifiesto desdén hacia todos aquéllos que han manipulado el mensaje evangélico, acomodándolo a intereses de casta corporativa.

ASÍ CANTÓ EL POETA:

«¡Príncipe de los poetas! ¡Oh, soberano de todo lo cantado y todo lo dicho! Las personas han erigido templos en tu nombre y en cada cumbre han alzado tu cruz, en forma de testimonio y símbolo de las huellas de tus vacilantes pasos, y no para felicidad de tu Espíritu, pues tu felicidad es una cima que se yergue más allá de sus ideas y sus premoniciones, y ello no brinda consuelo.

Pretenden glorificar a ese ser que no han comprendido, pues te nombran Soberano y pretenden formar parte de tu corte y proclaman que eres el Mesías, pero en realidad lo único que quieren es ungirse a sí mismos con el óleo santo. ¡De qué forma tratan de vivir a tu costa, Señor!

Siete fueron las veces que he nacido y siete las veces que he muerto, y por segunda vez hoy puedo mirarte: guerrero entre guerreros; poeta entre poetas; monarca sobre todos los monarcas y un hombre desnudo entre los amigos, compañeros vagabundos que caminan a la orilla de los caminos».

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Autor

Antonio Gil-Terrón Puchades

Antonio Gil-Terrón Puchades (Valencia 1954), poeta, articulista, y ensayista. En la década de los 90 fue columnista de opinión del diario LEVANTE, el periódico LAS PROVINCIAS, y crítico literario de la revista NIGHT. En 1994 le fue concedido el 1º Premio Nacional de Prensa Escrita “Círculo Ahumada”. Ha sido presidente durante más de diez años de la emisora “Inter Valencia Radio 97.7 FM”, y del grupo multimedia de la revista Economía 3. Tiene publicados ocho libros, y ha colaborado en seis. Actualmente escribe en Periodista Digital.

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