Era muy importante que el discurso de Ramón Tamames Gómez en la Tribuna del Congreso de los Diputados: oportuno, realista, serio, sabio, irónico, alejado de intereses personales y partidistas, y centrado “en pro del futuro de nuestro hermoso país”, figurase en las Actas de esa Casa desde el 21 de marzo de 2023.
Un parlamento (68 minutos) pensado para el bien de España y su devenir, pronunciado con educación por un espíritu libre y una biografía implicada admirablemente en la Transición que ya se puede consultar, releer y meditar hasta el final de los tiempos, incluidas sus sencillas e inteligentes respuestas a la mayoría de las réplicas. Además de celebrarlo todo demócrata que se precie, más de uno, añadida alguna señoría actual y futura, lo hará, recapacitará y actuará en consecuencia.
Con eso basta y sobra. Lo demás, el cambio de Gobierno, la plausible salida de Pedro Sánchez Pérez Castejón para ocupar un cargo internacional de relumbrón y su pase del testigo a una “mujer de izquierdas, feminista, sindicalista y progresista porque ya es hora de que una mujer así sea la presidenta del Gobierno de España”, depende del libre ejercicio democrático del voto el 28 de mayo y del definitivo (segunda vuelta) de las generales de fin de año. Es la grandeza de la democracia.
Pero volvamos a Tamames, caballero con valores y mesura que no se rinde, y a su discurso clásico, alejado de teorías, florituras, cursilería y frases hechas, y centrado en las cosas que importan: Gibraltar, Marruecos, Ley Electoral (sobrerrepresentación de los independentistas), modificación del Código Penal al dictado de los secesionistas condenados; persecución del español en Cataluña y en otras tierras patrias; industria, agua, agricultura, economía, control de fronteras, becas, historia real de España (y no “memoria oficialista”) y “últimos tributos en pro del futuro de nuestro hermoso país”, ¡que vieron 8,9 millones de espectadores!, según la solvente Barlovento Comunicación. Frente a todo esto, peroratas (173 minutos) por el método Ollendorff de Pedro Sánchez Pérez-Castejón cocinadas por su legión de asesores (con los que está permanentemente conectado electrónicamente), sin improvisación, sin decir nada, sin responder a ninguno de los requerimientos y sensatos reproches de Tamames, y sin darle la mano al final de la moción. ¡Qué descortesía! ¿Se acuerda lo que hizo Mariano Rajoy Brey el 1 de junio de 2018 cuando le derrotó Sánchez en la moción de censura?
Y en las intervenciones de los portavoces de los partidos que llevaron a Sánchez a la Moncloa y le mantienen en la silla curul: Bildu, Junts, UP, IU, ERC, PNV, BNG y Compromís, odio y rencor al diferente, miseria moral, desprecio al candidato y a España.
Para rematar, la cesión de trastos de Sánchez a Yolanda Díaz Pérez para que la nueva musa de la extrema izquierda comunista ¡diese lecciones de economía, negociación colectiva y salario mínimo a Ramón Tamames! La farragosa cháchara de 65 minutos de la amiga fraternal de Pablo Iglesias Turrión llevó a Tamames a agradecerla “mucho” las lecciones recibidas, aconsejarla capacidad de síntesis y decirla que lo suyo no era una réplica sino la “presentación de su proyecto -político-, que creo -añadió burlón- que se llama Sumar”.
Y en las 14 horas de Moción de Censura, el gallego se hizo el sueco con un mutis por el foro ¡Tiene mérito! ¡Viva el tacticismo!
Lo dicho. Gracias Ramón.
