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Decíamos ayer que la revolución que hará temblar los cimientos de ´lo políticamente correcto´ según el estándar del mandil, ´escuadra y el compás´, sintetizado en los domas de fe del credo de la Agenda 2030, nacerán del hambre de muchos, y la poesía de unos pocos.
Hace ahora 52 años que un adolescente valenciano publicó su primer libro de poesía, primicia de una saga que habría de seguir. Sucedió tan solo unos meses antes que otro valenciano, NINO BRAVO, lanzase al mundo su tema ´LIBRE´; una de las primeras canciones protesta, compuesta en homenaje al protomártir del MURO DE BERLÍN, Peter Fechter; un obrero de la construcción de 18 años de edad, que fue tiroteado y muerto, por la POLICÍA COMUNISTA de Berlín Oriental, cuando intentaba escapar del ´PARAÍSO SOCIALISTA SOVIÉTICO´.
El tiempo, desde aquella canción y aquel libro de poesía, ha pasado fugaz, garabateando en la memoria del ser, un sinfín de recuerdos, de dramas y pasiones no siempre bien resueltas. Nino hace ya tiempo que marchó; yo no sé lo que aún tendré que esperar.
Sensaciones y recuerdos. Al final queda lo que queda; un sabor agridulce, pero que aún hoy no es capaz de empañar los sueños que todavía anidan en el corazón de aquel joven poeta, que si bien no ha sido capaz de cambiar el Mundo, aún lo anhela.
Derribar los nuevos ´muros de Berlín´; unos muros que no por cursis y ´encalados´, son menos criminales, aunque sí más horteras. La tarea no es SUMAR más de lo mismo, sino DERRIBAR.
Decíamos ayer…