ENCHUFADOS

Griego profundo y francés sin manos

Aquellos que cada vez que han ganado el poder, no se han olvidado de colocar a ´los suyos´

Griego profundo y francés sin manos
Griego profundo y francés sin manos. PD

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Vivimos inmersos en un mar de papeles, impresos, formularios, recibos, inspecciones, revisiones, renovaciones, y un largo etc. de puñetas timbradas, que no tienen otro fin, amén de pagar ´pernadas´ por cada impreso y timbre, que el de justificar muchos sueldos de dudosa utilidad pública.

Hemos creado una sociedad kafkiana, torpe, inoperante, absurda, y un tanto fascistoide. El desmesurado interés que muestra el Estado en controlar a los ciudadanos, comienza a tocarnos los cojones, provocándonos una sensación desagradable de impotencia, y lo peor de todo es que nos los tocan, sin haberse lavado las manos, después de haberse pasado el día indolentemente tocándose los propios.

Las causas a todo este papeleo despelotado y agobiante, se resume en dos puntos:

  • 1º Justificar los sueldos y las prebendas de aquellos ´colocados´ que nos empapelan a diario.
  • 2º Exprimirnos, más aún si cabe, los bolsillos. ¿Afán recaudatorio? ¡No!, ¡lo siguiente!

El problema, además de pagar, es el tiempo que se nos roba, en el cumplimiento de las puñetas administrativas. Y lo más gracioso del tema, es que el mayor peso de dicha cruz viene a recaer precisamente en aquellos ciudadanos que con su actividad productiva diaria, impiden que se acabe de parar el sistema; ese mismo sistema que los oprime y sangra.

Buenos profesionales, los hay en todos los sitios, y la Administración Pública no es una excepción; de la misma manera que vagos e indeseables también los hay tras todas las puertas. Pero la diferencia es que, mientras en la empresa privada, el vago, el indeseable, y el innecesario, tienen sus días contados, en la Administración Pública son intocables… Lo malo es que, además, lo saben. Tal vez por ello adopten aires de superioridad con los desgraciados ´paganos´ que sufragamos su sueldo.

Y no me refiero a los funcionarios públicos que prestan su valioso y necesario servicio en Educación, Sanidad, y Fuerzas y Cuerpos de la Seguridad del Estado. No. Me estoy  refiriendo a los chiringuitos burócratas, no siempre exentos de un pestilente tufo endogámico, con los que se ha ido trufando la viscosa casquería de ´la cosa pública´, por parte de aquellos que cada vez que han ganado el poder, no se han olvidado de colocar a ´los suyos´; ´suyas y suyes´.

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Autor

Antonio Gil-Terrón Puchades

Antonio Gil-Terrón Puchades (Valencia 1954), poeta, articulista, y ensayista. En la década de los 90 fue columnista de opinión del diario LEVANTE, el periódico LAS PROVINCIAS, y crítico literario de la revista NIGHT. En 1994 le fue concedido el 1º Premio Nacional de Prensa Escrita “Círculo Ahumada”. Ha sido presidente durante más de diez años de la emisora “Inter Valencia Radio 97.7 FM”, y del grupo multimedia de la revista Economía 3. Tiene publicados ocho libros, y ha colaborado en seis. Actualmente escribe en Periodista Digital.

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