MAMARRACHOS

Decíamos ayer…

No hay peor maldición que la engolada torpeza, enjaezada con toga y birrete

Zapatero honoris causa
Zapatero honoris causa. PD

En el último artículo decía que el azar no existe. Como sentenció Albert Einstein: “DIOS NO JUEGA A LOS DADOS”.

Hoy voy a profundizar un poco más en el tema, y comenzaré recordando una frase del poeta y teólogo inglés, Matthew Arnold: «Sólo aquellos que nada esperan del azar, son dueños de su destino.»

¡Pues va a ser que sí!

La sociedad actual, está caracterizada por un acelerado cambio en las circunstancias que la conforman. Este conjunto de circunstancias componen nuestra realidad cotidiana.

Debemos de ser elásticos y dúctiles en el diseño de nuestros programas de vida, huyendo de posiciones dogmáticas preconcebidas. Debemos de asemejarnos a las verdes espigas de trigo, esas que -cuando llega el huracán que arranca a los árboles más poderosos- se doblan humildes y levantan orgullosas, una y otra vez.

Para que cualquier proyecto, forjado hoy en día, -y cuando hablo de proyecto me refiero tanto al político, como al económico, empresarial, cultural y hasta personal- tenga éxito, es necesario que el mismo esté basado en una actualizada anticipación de los acontecimientos. Es decir, que si para la planificación de éstos nos basamos exclusivamente en las premisas vigentes en nuestra realidad actual, este proyecto está, de antemano, condenado al fracaso, al haber sido construido sobre unos cimientos falsos y equívocos. Aun así y todo, sobrevivimos, lo cual nos hace confundir este poco idílico estado de las cosas, con la normalidad misma, al no haber conocido nunca nada mejor, pero sí peor.

Esta falsa normalidad, nos va imbuyendo de un gris conformismo que nos impide mejorar nuestra situación, dejándonos arrastrar, supersticiosamente, por una realidad que llamamos destino.

Frente a esta estúpida situación, tan sólo cabe una salida: crear nosotros mismos nuestra realidad futura, mediante la anticipación a los acontecimientos, dejando así de ser juguetes de un destino que nunca existió, salvo dentro de nuestras mentes…; tan conformistas como incapaces, tan ciegas como ociosas.

Y es que, al fin y al cabo, no hay peor maldición que la engolada torpeza, enjaezada con toga y birrete, que a base de caminar con la mirada hacia atrás, se va tragando todas las farolas del camino… junto con el agujero de alguna alcantarilla sin trapa.

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Autor

Antonio Gil-Terrón Puchades

Antonio Gil-Terrón Puchades (Valencia 1954), poeta, articulista, y ensayista. En la década de los 90 fue columnista de opinión del diario LEVANTE, el periódico LAS PROVINCIAS, y crítico literario de la revista NIGHT. En 1994 le fue concedido el 1º Premio Nacional de Prensa Escrita “Círculo Ahumada”. Ha sido presidente durante más de diez años de la emisora “Inter Valencia Radio 97.7 FM”, y del grupo multimedia de la revista Economía 3. Tiene publicados ocho libros, y ha colaborado en seis. Actualmente escribe en Periodista Digital.

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