Me enteré de la estival invasión de Kuwait, perpetrada entre los días 2 y 4 de agosto de 1990, al mes y medio de la misma; y eso que mi madre me insistía todos los días con la historia, pero yo, cabezón que cabezón, sin querer enterarme.
También fue en verano, el 16 de julio de 1990, cuando la Rada Suprema de la RSS de Ucrania aprobó su declaración de independencia, de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
Por qué será, que a todos les da por utilizar el verano para realizar actos, de los que se puede presagiar una reacción adversa.
Por ejemplo, cuando el 10 de Agosto de 1935, en la capital de España, al general Sanjurjo (que no vayan ustedes a pensar por su nombre que es miembro del santoral), le dio por montar la llamada ´Sanjurjada´, que no fue ni más ni menos que un intento de golpe de estado; (como el del 23 F, pero con más tiros). Un intento fallido ya que a pesar de ser en agosto, que estaba todo el mundo de vacaciones, le salió mal, ya que aquellos que se suponía que iban apoyar el golpe, también estaban de vacaciones, y cuando se enteraron, Sanjurjo ya estaba ´enchiquerado´.
Más suerte tuvo Saddam Hussein, al que la fiesta le duró unos meses, justo hasta que empezó la que iba a ser ´la madre de todas las batallas´, que tan sólo duró un día (y eso que era la madre, que si llega a ser la hija, ni empieza). Aunque, eso sí, vaya escampada de alpargatas, por todo el desierto que dejó la temible Guardia Republicana del sátrapa iraquí; una tropa de élite que cuando desfilaba lo hacía corriendo, al estilo ´bersaglieri´. Seguramente para ir entrenando; digo yo.
Posiblemente, también quienes mandaron asesinar al líder de la derecha española, José Calvo Sotelo, aquel fatídico 13 de julio de 1936, debieron pensar que no habría reacción, al estar la gente de vacaciones, (o pensando en ellas). ¡Vaya ´lumbreras´! ¡Casi aciertan!
Tan solo unos días después, el 18 de julio, se produjo el alzamiento militar contra el gobierno de la IIª República, y con él el comienzo de la Guerra Civil Española.
En conclusión, podemos afirmar que utilizar el verano para ´hacer cosas´, no es garantía de nada; salvo de cabrear al personal.