A principios del siglo XX, Armenia formaba parte del Imperio Otomano, y los armenios estaban considerados como ciudadanos de segunda clase, debido a su condición cristiana,careciendo de los derechos que gozaban los ciudadanos musulmanes.
Unos años antes que se instaurara la REPÚBLICA LAICA, la misma que actualmente sigue rigiendo los destinos del antiguo Imperio Otomano, no había una clara distinción entre religión y Estado. Así, entre los años 1894 y 1897, los armenios sufrieron una persecución brutal por parte del sultán Abdul Hamid II, quien utilizó a las tribus kurdas para tal fin, dándoles carta blanca para hacer lo que quisieran con los cristianos armenios, desde enriquecerse despojándolos de sus bienes y luego asesinarlos, hasta que pudiesen satisfacer con ellos, sus más bajos instintos sexuales, especialmente con las mujeres y los niños, siempre y cuando luego los degollaran. La peor atrocidad se produjo en Urfa, donde incendiaron la catedral armenia, abrasando vivos a los 3.000 cristianos armenios que se habían refugiado allí.
De todos estos acontecimientos, fue testigo el vicecónsul de Francia. Estos hechos fueron denunciados, en los medios de comunicación occidentales, en el momento en que el vicecónsul se encontró a salvo en su país. Según los historiadores, el número de cristianos asesinados en Armenia, durante ese periodo y por razón de su fe, rondó los 300.000.
LA LLEGADA AL PODER DE LOS PROGRESISTAS
Pero la situación cambia radicalmente cuando en 1909 hay un golpe de estado contra el sultán ´malo Abdul Hamid II y su religiosidad integrista. Los autores fueron un grupo de jóvenes oficiales del ejército otomano, conocidos como ´LOS JÓVENES TURCOS´, fundadores del movimiento ´COMITÉ DE UNIÓN Y PROGRESO´, un PARTIDO POLÍTICO DE CORTE LAICO Y PROGRESISTA, que implantó una separación radical entre religión y Estado, llevando a cabo una serie de reformas inspiradas en el modelo político occidental europeo.
Los cristianos armenios -inocentemente- celebraron el acontecimiento, al entender que ya no iban a ser perseguidos por causa de sus creencias. Y efectivamente la situación de éstos cambió, pero a peor. Veamos.
Bajo el gobierno de este grupo de jóvenes progres laicistas, conocidos como ´LOS JÓVENES TURCOS´, aconteció uno de los sucesos más repugnantes y vergonzosos de la Historia de la Humanidad, conocido por el nombre de “EL GENOCIDIO ARMENIO”, EN EL QUE FUERON MARTIRIZADOS, CRUCIFICADOS, DESTRIPADOS Y DECAPITADOS, UN MILLÓN Y MEDIO DE CRISTIANOS, en un acto de premeditado genocidio, promovido e instrumentalizado por el gobierno progresista de “LOS JÓVENES TURCOS”.
Conclusión: culpar a Dios, o a las diferentes religiones, de las matanzas y aberraciones cometidas a lo largo de la Historia, es un despropósito que lo único que trasluce es la incultura y el sectarismo de quien lo plantea.
La maldad anida en el corazón del hombre y así, la religión, el laicismo, la libertad, el progreso, o el mismo Dios, no serán más que excusas a la hora de justificar lo injustificable.
Como ya escribiera el romano Plauto, casi dos siglos antes del nacimiento de Cristo, “EL HOMBRE ES UN LOBO PARA EL HOMBRE” [“Homo homini lupus”].