No hace mucho me encontré con un viejo amigo, un personaje de esos que va por la vida de ´progre´ y ´chic´, presumiendo de vanguardista y luciendo el pin de la Agenda 2030 en la solapa de su reventona ´blazer´ a medio culo, color ´azul sanchinflas´. Un tipo clasista y cursi de gran vía metropolitana, que nunca ha perdido la ocasión de burlarse de aquellos que él denomina despectivamente como ´catetos aldeanos´.
Pues bien, nada más entablar conversación, me comunico orgulloso que se había hecho ´pagano´. Sorprendido le dije que cómo podía ser, si la última vez que nos vimos me dijo que era ateo convencido y militante.
Sonriendo, mi amigo me miró de arriba abajo con aires de superioridad, antes de sentenciar que eso de ir de ateo por la vida estaba demodé; que ahora lo más vanguardista era ser pagano, adorar a la Madre Tierra y luchar para que la Antártida sea declarada como ´santuario´ global.
Toda una liturgia asumida por la Agenda 2030, no porque les importe una higa el neo paganismo, sino simplemente por socavar el cristianismo; especialmente, el catolicismo. Aunque para esta última labor, ´Francisco´ se basta y sobra.
En fin, no quise seguir con la conversación, para no amargarle el día a mi amigo, porque de haberlo hecho hubiese terminado por decirle que el término pagano proviene del latín ´pagus´ que significa aldeano, así como que el término paganismo surge cuando el cristianismo triunfa en las grandes urbes del mundo civilizado, quedando relegado el culto y la adoración politeísta a la Madre Tierra y sus elfos, a los pagos y los supersticiosos e iletrados paganos; o lo que es lo mismo, a las aldeas y los aldeanos.