A propósito de la última ´cacicada de boina y campanario´ perpetrada en el Congreso, no resisto la tentación de repicar en PERIODISTA DIGITAL, el artículo que hace 29 años publiqué en mi columna diaria, en la página 5 del periódico LAS PROVINCIAS:
“ASÍ VAMOS Y ASÍ NOS VA”
Después del políglota espectáculo del otro día en el Senado del Estado Español – o como se llame- , en el cual cada presidente autonómico habló en su propia lengua, mientras los demás escuchaban, o hacían como si tal, vía auriculares con traducción simultánea, no resisto la tentación de transcribir unos versículos de la Biblia:
“El Señor bajó a ver la ciudad y la torre que estaban construyendo los hombres, y se dijo:- Son un sólo pueblo con una sola lengua. Si esto no es más que el comienzo de su actividad, nada de lo que decidan hacer les resultará imposible. Vamos a bajar y a confundir su lengua, de modo que uno no entienda la lengua del prójimo. El Señor los dispersó por la superficie de la tierra y dejaron de construir la ciudad. Por eso se llama Babel, porque allí confundió el Señor la lengua de toda la tierra, y desde allí los dispersó por la superficie de la misma». Génesis, 11: 5-9.
Alguien nos ha cambiado aquello de » la unión hace la fuerza», por » divide y vencerás». La división a la que alude la última frase, siempre es externa, y es relativa tanto a los problemas frontales como al propio enemigo. Dividir al enemigo, o dividir los problemas, siempre ha sido una añeja fórmula para alcanzar el éxito. Teniendo en cuenta que la fuerza siempre es interna – siendo nosotros, o nuestro grupo, el punto de referencia – y los problemas externos, la unión siempre será propia, así como la división lo será ajena, independientemente de que seamos o no, nosotros, el agente que promueva dicha división. Desde esta óptica, la división aplicada internamente – auto división -, afectará a nuestras fuerzas al romper su unidad.
Todas estas reflexiones, se las debió de hacer, en su momento el ministro Cavour, padre del moderno estado italiano, pero esa ya es otra historia, una historia que nosotros comenzamos a repetir, pero al revés.
NOTA en 2011.- EFE 2011-01-18: “Según el Senado, el coste de cada sesión con traducción simultánea será de 11.950 euros. La Cámara alega que no supondrá un coste adicional porque se ha reorganizado el Presupuesto. El coste extra, dicen, se limitará a los 4.500 euros de los 400 auriculares que se han adquirido para sus señorías. Siete intérpretes se dedicarán a traducir del euskera, catalán, valenciano y gallego al castellano”. Si Kafka viviese y fuese al senado, tendría tal orgasmo mental que sus chillidos y jadeos enmudecerían al propio Pavarotti.