En una sociedad cada vez más decadente y pastueña, en donde los principios y valores disminuyen a la velocidad que crece la abducción a las nuevas tecnologías, todo lo que está pasando en España está planificado por Pedro Sánchez Pérez-Castejón y quien le inspiró y sostiene.
Aplicar el Pacto del Tinell para que los partidos constitucionalistas sean calificados de derechas y derecha extrema y no vuelvan al Gobierno nacional, es la primera y principal premisa. Y las herramientas para desguazar la España libre y democrática del 78 son: una Constitución abierta e interpretable por un Tribunal Constitucional (TC) en función “creadora” que integran personas nombradas por los partidos y en donde el único y pobre requisito es ser licenciado en Derecho, tener quince años de ejercicio profesional y carecer de antecedentes penales. Por ejemplo, un secesionista o un empleado del presidente del Gobierno; un Rey sin competencias para vetar leyes o Gobiernos inconstitucionales; un Poder Legislativo en manos del Poder Ejecutivo porque se votan listas cerradas para el Congreso, siendo éste el que tiene la última palabra en la aprobación de las leyes y quien elige al presidente del Gobierno, y un Poder Judicial en el que el órgano de los jueces, el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), lo controla el Poder Ejecutivo y el principal partido de la oposición. Como dijo Gregorio Peces Barba, la Transición y la Constitución “fueron un pacto entre caballeros”, pero pronto fue traicionado y los caballeros desaparecieron.
Los primeros pasos los dio José Luis Rodríguez Zapatero apoyando el Pacto del Tinell propuesto por el PSC de Pascual Maragall Mira a los partidos secesionistas catalanes (aplicable al resto de España) para orillar en Cataluña a las formaciones de derecha y constitucionalistas, e impulsando y aprobando los Estatutos de Autonomía “de segunda generación” y la Ley de Memoria Histórica, que resucito a las dos Españas y volvió a cavar trincheras. Y le ha seguido un proyecto diseñado por Pedro Sánchez Pérez Castejón y su sostenedor, que ha pasado por convertir al PSOE en un partido que ya no es socialdemócrata ni nacional, que ha adoptado el alma del marxista revolucionario Francisco Largo Caballero y en el que el único que manda es Sánchez porque ha suprimido o comprado las instancias independientes de control de su Ejecutiva. Con él comiendo en su mano, ha aplicado la misma táctica en todos los órganos del Estado, empresas e instituciones que dependen del Gobierno y que le son útiles para sus fines: Fiscalía, TC, CGPJ, Tribunal de Cuentas, Defensor del Pueblo,…, RTVE, Agencia EFE, SEPI, Correos, Paradores, AENA, Puertos del Estado, Loterías y Apuestas del Estado, …, en donde ha puesto al frente a incondicionales de sus deseos y propósitos, y órganos consultivos como el Consejo de Estado, el Consejo Económico y Social, …, en los que ha colocado a correveidiles bien nutridos.
Con la concentración del poder político, la apropiación de todos los resortes del mando para aplicar el “ellos o nosotros”, los intereses y el caudillaje de Sánchez en el vértice más alto de la pirámide del orden jurídico, un sistema político en el que el votante no elige al Presidente del Gobierno y una Ley Electoral que no obliga a los partidos a presentarse en todas las circunscripciones para ser elegidos al Congreso a partir de un mínimo obtenido, cualquier persona carente de principios, con rasgos y modos de faccioso dictador autócrata, apoyándose en secesionistas, populistas, comunistas y filo terroristas, y cediendo a sus exigencias, puede hacerse con el poder y no soltarlo. Es el peligro que corremos con Sánchez. Si añadimos la adopción de la cultura woke (despertar) como guía de sus actos, maneja con maestría y sin escrúpulos el marketing y la propaganda para afirmar falsa e impúdicamente que la derecha y la extrema derecha son machistas y fascistas, y compra con dinero público (haciendo crecer la deuda exponencialmente) voluntades por doquier, incluidas las de muchos militares, medios de comunicación, pensionistas, jóvenes, sindicalistas, feministas, nacionalizados y subvencionados, la sociedad lanar seguirá mirando para otro lado y el golpe de Estado blando para desguazar España será factible porque como ha recordado Luis Sánchez-Merlo y Ruiz, citando a Cicerón (Contra Verres II, 5,12), en un importante artículo:
“Los pueblos que ya no tienen solución, que viven ya a la desesperada, suelen tener estos epílogos letales: se rehabilita en todos sus derechos a los condenados, se libera a los presidiarios, se hace regresar a los exiliados, se invalidan las sentencias judiciales. Cuando esto sucede, no hay nadie que no comprenda que eso es el colapso total de tal Estado; donde esto acontece, nadie hay que confíe en esperanza alguna de salvación”.
Impidámoslo con nuevas elecciones y cambiando lo que hay que cambiar, incluyendo una nueva izquierda constitucional que defienda España y la igualdad de todos los españoles para no correr más riesgos. Es España a la que hay que proteger, no a las minorías secesionistas y racistas.