Francisco Martín Aguirre, el empleado que, por orden de Pedro Sánchez Pérez-Castejón, ha puesto el ministro de los tres Poderes, Feliz Bolaños García, en la delegación del Gobierno en Madrid, ha decidido apuntarse a clases de matemáticas porque no sabe sumar.
El pobre Martín desconoce que dos y dos son cuatro, que un ocho seguido de cinco ceros no son ochenta mil sino ochocientos mil y que 900.000 mil no son 170.000. Y como su ignorancia es supina porque le ciega su servil entrega al mando, el pobre Martín no ha tenido más remedio que apuntarse a clases de sumar, restar y multiplicar (ahora las llaman master), aceptando una de las numerosas ofertas gratuitas de profesores en la materia que le han llegado a la calle Miguel Ángel, tras notificar públicamente la cifra de manifestantes contra la amnistía que se reunieron en Madrid el 12 y el 18 de noviembre y que tantas carcajadas provocaron entre matemáticos y expertos en conteo.
Aprovechando la docencia, el pobre Martín asiste también a clases de decencia, esta vez impartidas por catedráticos de Ética, para que se muerda la lengua, cuente hasta tres y piense en Sócrates y en José Ortega y Gasset (“El sentido común es el menos común de los sentidos”) antes de repetir que “en los últimos cinco años” EH Bildu y otros partidos independentistas “han hecho más por los españoles y por España que lo que han hecho todos los patrioteros de pulsera”. Tan admirable afirmación, hecha de mañana por el pobre Martín en un desayuno en donde a muchos se les atragantó el café, dejó desolados a sus compañeros ingenieros de montes, quienes reconocieron con pesar que la cabra tira al monte.
La Asociación Catalana de Observadores Internacionales (ACOI), que forma parte de la Asociación Mundial de Mediadores Internacionales (AMMI), con sede en Waterloo (Bélgica) y subsede en Ginebra (Suiza), ha publicado un comunicado recordando que “También los delegados del Gobierno en las distintas comunidades autónomas de España representan los interés de Pedro Sánchez Pérez-Castejón en esos territorios y no los del Estado” y recuerda que para todos estos asuntos domésticos debemos razonar siempre con la consabida pregunta :”¿De quién dependen los delegados del Gobierno? ¿De quién dependen? Pues entonces”.
Así que, respetado lector, no confunda churras con merinas ni deseos con realidades y aplique el dicho de Romanones: “A los amigos, el culo; a los enemigos, por el culo, y a los indiferentes, la legislación vigente”.