´Te amo´, es lo más dulce, hermoso, maduro y comprometido que se le puede decir a una persona. Sin embargo, lo que habitualmente se suele usar es el manido, tibio y posesivo ´te quiero´.
Porque el querer es materialista en sí mismo; no ofrece nada y exige poseer aquello que desea el ser. En cierta manera trasluce un cierto egoísmo infantil.
Todo lo que me gusta la expresión ´la amo a morir´, me desagrada ´la quiero a morir´. Y es que uno puede amar con locura, desde el silencio de los cómplices sueños que todo lo alcanzan, pero eso de ´querer a morir´, huele más a drama de crónica de sucesos, a criminal excusa, que a verdadero amor.
Tal vez sea porque quien ama es capaz de morir por amor, pero cuando hablamos de ´querer a morir´ nos encontramos con que la persona, si no puede poseer aquello que ´quiere a morir´, más que morir, seguramente lo que será capaz es de matar, para que nadie pueda poseer el objeto de sus paranoicos y oscuros deseos.
Cuando amas a alguien, lo que más deseas es su felicidad, independientemente que sea contigo, o sin ti. Simplemente, que sea feliz. Nada más. Y sí; por amor se puede morir; normalmente de tristeza.
El amor es siempre incondicional. Da y se entrega sin esperar nada a cambio. No hay negocio; no hay trueque; solo amor. El falso amor, que representa ´el querer´, ´el poseer´, es otra película; a veces de terror.
“Je l’aime à mourir” (“La amo a morir”) es un precioso tema del cantautor francés Francis Cabrel. La primera persona que tradujo la canción al español le dio el título de “La quiero a morir”; tal vez porque el idioma galo no era su fuerte, o porque le traicionó el subconsciente.