Lo más vergonzante para un español que defienda la integridad de España ha sido la propia llegada de la misión de la Unión Europea para constatar lo que sabemos desde hace años: que en Cataluña no se cumple la ley de educación y que el gobierno independentista se pasa por la entrepierna las sentencias judiciales, mientras Pedro Sánchez Pérez-Castejón lo consiente y su partido, el PSC, contribuye a la separación de España.
La delegación de la UE, presidida por la estonia Yana Toom, ha sido muy clara: “el catalán no está en peligro”, “nos han llamado fascistas y racistas” por hacer nuestro trabajo, “no hay bilingüismo en los colegios catalanes”, “Hemos visto que hay obsesión contra el castellano” y “en solo 30 centros de 70 mil se imparte en español un 25%”. Además han constatado que las familias que piden que sus hijos estudien en español sufren “acoso” en su vida diaria.
Cuando se presenten las conclusiones ocurrirá lo sabido: que los secesionistas se mofarán de ellas, no las cumplirán y Sánchez se cruzará de brazos porque necesita los votos del prófugo y golpista Puigdemont para seguir en el palacio de La Moncloa.
Con el independentismo catalán, que siempre ha sido minoritario, hay que hacer lo que dijo Ortega: “conllevarlo” y con sus protagonistas, que siempre han sido cobardes, aplicar la ley y, llegado el caso, la fuerza legítima del Estado. Solo entienden el palo y cuando se saca echan a correr, se fugan en el maletero de un coche o se hacen fieles seguidores del que pasea la porra. Son una panda de racistas que únicamente comprenden la mano dura porque si se la tiendes se la comen, exigen el brazo y piden más. Además “fomentan los enfrentamientos intrasociales en su camino de conquista del poder”, como recuerda Eloy Ibañez, quien señala que “su problema es calcular” el «cuánto», el «cómo» y el «cuándo», como dejó escrito con atino Pedro Muñoz Seca en La venganza de Don Mendo, describiendo el juego de las siete y media: “Si no llegas es muy malo. /Pero si te pasas/¡Ay si te pasas!/Si te pasas es peor».
Si no queremos que Cataluña se separe y tras ella otras regiones españolas hay que aplicar de nuevo y sin contemplaciones el artículo 152 de la Constitución, intervenir sus cuentas públicas para que no destinen dinero de todos a fabricar secesionistas y un ultrajante “cuerpo diplomático”, además de otros servicios exclusivos del Estado, impedir que los medios públicos de comunicación alienten y trabajen en pro de la escisión, y dirigir desde el Gobierno nacional la educación y la enseñanza de la verdadera Historia de España y de Cataluña, sin tolerar un insulto y engaño más. En otras palabras y como nos pidió el Rey en su histórico y sólido discurso de Navidad, porque: “Fuera del respeto a la Constitución no hay democracia ni convivencia posibles; no hay libertades sino imposición; no hay ley sino arbitrariedad. Fuera de la Constitución no hay una España en paz y libertad” y porque “Con la Constitución conseguimos superar la división, que ha sido la causa de muchos errores en nuestra historia, que abrió heridas, fracturó afectos y distanció a la personas”. Fuera de ella la balcanización y frente a ésta, lo que sea menester.