Leyenda negra sobre el imaginario antisemitismo de Pío XII nace en los años sesenta en Alemania, dentro de los círculos culturales del protestantismo luterano, para expandirse rápidamente – cual serpiente de verano – por Occidente.
Por otro lado, el antisemitismo visceral que acaba desembocando en el Holocausto, no es un elemento propio del fascismo que surge en la católica Italia, sino que es algo intrínseco al nacionalsocialismo alemán, acunado y bendecido por la luterana “Iglesia Evangélica de la Antigua Unión-Prusiana” [Evangelischen Kirche der altpreußischen Union], comandada por el obispo Ludwig Müller.
Pues bien, creo que ha llegado el momento de que hablemos de un libro escrito y publicado en 1543 por Martin Lutero, y cuyo título es «Sobre los judíos y sus mentiras» («Von den Juden und ihren Lügen»). Este libro recoge en su capítulo XI una serie de recomendaciones de Lutero, a modo de hoja de ruta, para tratar el “problema judío”. Cuatrocientos años después de su publicación en Alemania – la tierra de Lutero – se pone en marcha la llamada “Solución Final” de Hitler, que pondrá el sangriento broche al Holocausto iniciado “La noche de los cristales rotos”. En 1543 escribió Lutero:
«¿Qué debemos hacer, nosotros cristianos, con los judíos, esta gente rechazada y condenada? Dado que viven con nosotros, no osamos tolerar su conducta ahora que estamos al tanto de sus mentiras, sus injurias y sus blasfemias. He aquí mi sincero consejo:
- – En primer lugar, debemos prender fuego sus sinagogas o escuelas y enterrar y tapar con suciedad todo lo que no prendamos fuego, para que ningún hombre vuelva a ver de ellos piedra o ceniza.
- – En segundo lugar, también aconsejo que sus casas sean arrasadas y destruidas. Porque en ellas persiguen los mismos fines que en sus sinagogas. En cambio, deberían ser alojados bajo un techo o en un granero, como los gitanos. Esto les hará ver que ellos no son los amos en nuestro país, como se jactan, sino que están viviendo en el exilio y cautivos, como incesantemente se lamentan de nosotros ante Dios.
- – En tercer lugar, aconsejo que sus libros de plegarias y escritos talmúdicos, por medio de los cuales se enseñan la idolatría, las mentiras, maldiciones y blasfemias, les sean quitados.
- – En cuarto lugar, aconsejo que de ahora en adelante se les prohíba a los rabinos enseñar sobre el dolor de la pérdida de la vida o extremidad. Pues con razón han perdido el derecho a tal oficio.
- – En quinto lugar, que la protección en las carreteras sea abolida completamente para los judíos. No tienen nada que hacer en las afueras de las ciudades dado que no son señores, funcionarios, comerciantes, ni nada por el estilo.
- – En sexto lugar, aconsejo que se les prohíba la usura, y que se les quite todo el dinero y todas las riquezas en plata y oro, y que luego todo esto sea guardado en lugar seguro.
- – En séptimo lugar, recomiendo poner o un mayal o un hacha o una azada o una pala o una rueca o un huso en las manos de judíos y judías jóvenes y fuertes y dejar que coman el pan con el sudor de su rostro, como se le impuso a los hijos de Adán (Gén.3:19). Porque no es apropiado que nosotros, malditos, trabajemos sin descanso en el sudor de nuestros rostros mientras ellos, la santa gente, se pasen las horas haraganeando junto al hogar, dándose festines y expeliendo sus ventosidades, y, como si fuera poco, haciendo alarde con blasfemias de su señoría por encima de los cristianos por medio de nuestro sudor. No, debemos deshacernos de estos perezosos delincuentes por las asentaderas de sus pantalones».
Durante el juicio de Nüremberg a los jerarcas nazis por crímenes de guerra, algunos de ellos justificaron el asesinato de 6 millones de judíos escudándose en el libro de Lutero “SOBRE LOS JUDÍOS Y SUS MENTIRAS”. En el Tribunal alegaron en su defensa que no habían hecho otra cosa más que ejecutar lo que Martín Lutero había ordenado cuatrocientos años antes.
Curiosamente será también en Alemania, veinte años después del proceso de Nüremberg, donde nacerá la falacia del “antisemitismo” de Pío XII y la Iglesia Católica, y todo ello fundamentado en una obra de teatro escrita por Rolf Hochhuth, un personaje criado y educado en la más estricta cultura luterana. Si tan sensibilizado estaba el dramaturgo alemán con el Holocausto, hubiese sido más coherente, además de fácil, escribir su trabajo teatral, sobre el libro de Lutero y su influencia en el genocidio nazi del pueblo judío; aunque claro, entonces su obra nunca habría tenido el éxito que tuvo en los países protestantes.
Recordemos ahora lo escrito por el periodista y escritor judío Rafael María Stern, a raíz de una entrevista realizada al autor de “El Vicario”, Rolf Hochhuth: “… A mi pregunta de cuál era su religión, me contestó sencillamente: luterano. En aquel momento comprendí todo lo que significaba Hochhuth, porqué la Iglesia Luterana sirvió a Hitler y a los nazis, mientras que los católicos dirigidos por el cardenal Faulhaber y por el famosísimo obispo de Münster, monseñor Von Galen, se opusieron a Hitler y soportaron la persecución nacionalsocialista. Hablé así a Hochhuth: – “Usted, con su obra teatral, lo que desea es desviar la atención del pasado de su Iglesia, y trata de distorsionar la figura del Papa Pío XII, echar fango sobre él y desprestigiar a la Iglesia Católica”. No obtuve respuesta.”
El célebre autor de “Rebelión en la granja”, el británico George Orwell, escribió: «Para hacer creíbles las mentiras del presente, es necesario borrar las verdades del pasado». Pues bien, por lo que respecta a Pío XII, no han conseguido ni lo uno, ni lo otro; pero miren ustedes por dónde, nos hemos enterado de qué pie cojeaba el fraile Lutero.
BIBLIOGRAFÍA:
“CON ARDIENTE INQUIETUD”, A. Gil-Terrón Puchades, Valencia, 2012, ISBN: 978-84-616-1262-8. –
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