En España no tenemos Jefe del Estado, que ejerza como tal, realmente, y nunca mejor dicho lo de realmente…
El artículo 56 de la Constitución dice que:
“El Rey es el Jefe del Estado, símbolo de su unidad y permanencia, arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones…”, etc.
¿Qué poder arbitral y moderador está realizando Felipe VI…?
Que se sepa, ninguno.
Le encanta ir vestido de Capitán General, lleno de medallas, y besar la Bandera Nacional, pero poco más.
También llevar un pin de la Agenda 2030 en la solapa, cuando viste de civil, para que quede claro a quien representa.
La Biblia dice que “por sus hechos les conoceréis”.
¿Qué hechos puede acreditar el Rey, en estos diez años de reinado…?
En mi modesta opinión, solo uno, su valiente discurso el 3 de octubre de 2017, ante el golpe de estado separatista catalán.
Y poco más.
Es ninguneado y despreciado por el régimen sanchista, un día sí, y otro también, pero él sigue dejándose maltratar, y sin levantar la voz, que se note que tiene una buena educación.
Haciendo méritos para que la Princesa Leonor le suceda algún día, algo que veo altamente improbable, tal y como están las cosas.
Permitiendo que el Tribunal Constitucional se convierta, de facto, en la cuarta instancia judicial de España, enmendando las sentencias del Tribunal Supremo que, como su propio nombre indica, es el Supremo, en materia de legalidad ordinaria.
No atreviéndose a visitar Ceuta y Melilla, no vaya a ser que se enfade su “hermano”, el sátrapa moro, que tanto daño nos está haciendo, llenando las calles y plazas de España de menas (menores no acompañados), para que les mantengamos nosotros.
O dejando que el gobierno persiga a los escasos medios de comunicación disidentes, es decir, libres, pues se apartan del discurso oficial, y de lo políticamente correcto, para el régimen sanchista comunista, claro.
O permitiendo que, a pesar de tener el gobierno más numeroso de la historia, nada menos que veintidós ministros, ninguno le acompañe en sus viajes al exterior, habiendo sido asistido en alguna ocasión por un simple subdirector general, y porque el portero mayor del ministerio correspondiente estaba de vacaciones, que sino…
Esta actuación del régimen sanchista supone una clara violación del artículo 56, 3, de la Constitución que establece que:
“La persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad. Sus actos estarán siempre refrendados en la forma establecida en el artículo 64, careciendo de validez si dicho refrendo…”.
El art. 64, 1, dice que:
“Los actos del Rey, serán refrendados por el Presidente del Gobierno y, en su caso, por los Ministros competentes”.
En definitiva, el Rey está desnudo, y alguien tenía que decirlo.
En lugar de hablar públicamente de lo que sucede, y arbitrar y moderar el funcionamiento institucional, prefiere hacer mutis por el foro.
Y, no haciendo nada, está haciendo mucho, pero a favor del pronto advenimiento de la tercera república.
Luego llorará y se lamentará, como Boabdil el Chico, último Rey de Granada, a quien le decía su madre, camino del destierro: “Llora como una mujer, lo que no supiste defender como un hombre”.
Ramiro Grau Morancho
Académico, jurista y escritor