NOS TOMAN POR IMBÉCILES

“Cambiemos nuestro himno”

Luis XIII… y medio

“Cambiemos nuestro himno”

Si están hasta las narices

                                   de toda la porquería

                                    que nos llueve día a día…

                                    Descansen hoy; sean felices.

 

En efecto, hoy me propongo escribir, a modo de descanso, una columna no demasiado relacionada con la política. Voy con ella.

Himnos y banderas son los símbolos más notables de las diversas naciones. Emociona a los ciudadanos de cada una de ellas, en la ceremonia previa a cualquier encuentro internacional de fútbol, ver y escuchar a los jugadores cantar su himno mientras los altavoces del Estadio lo dan también a todo volumen.

A los futbolistas… salvo los nuestros, porque el himno español no tiene letra. Hubo diversos intentos de adjudicarle una, pero es difícil cuadrar bien un poema con una marcha militar.

De modo que alguien tiene que encabezar una iniciativa para cambiarlo; que ya va siendo hora de que podamos escuchar a nuestros futbolistas cantarlo a pleno pulmón.

Tenemos un precedente: Méjico cuenta con su himno, más o menos bonito, según los gustos de cada cuál; pero de un tiempo a este parte, una corriente, cada vez más numerosa, aboga por que se sustituya por la canción de Chucho Monge “Méjico lindo  y querido”. Que les recuerdo, por lo que no tardaré en comentarles que finaliza así: “Méjico lindo y querido/si muero lejos de ti/ que digan que estoy dormido/y que me traigan aquí”

Pues resulta que también nosotros contamos con una hermosa canción que lleva una letra de muchos quilates: “Mi querida España” original de Evangelina Sobredo, de nombre artístico “Cecilia” (1948/1976)

Tuvo una carrera tan breve como brillante; su talento era descomunal y sólo podemos imaginar a dónde hubiera podido llegar de no haberse dejado la vida en un accidente de carretera.

La canción se publicó en 1975, con Franco todavía vivo. Es toda una inteligente crítica al Régimen, muy propia de una buena parte de la juventud de entonces.

Pero sucede que, también, puede interpretarse como una letra claramente optimista e intemporal. Como todo un himno, vamos.

Su argumento general es fácil de captar. Y dicho con toda claridad, como corresponde a una letra verdaderamente redonda: “España, yo  creo en ti; a pesar de todo lo que has pasado, y lo que estás pasando, sé que vas a ser capaz de remontar el vuelo. ¡Ponte a ello!” No se puede pedir más.

Ya el propio estribillo es una solemne y hermosa declaración de intenciones: “Mi querida España, esta España mía, esta España nuestra”

Es difícil expresarlo mejor y con pocas palabras. El hecho de amar a la patria, el hecho de sentirla muy nuestra, muy de cada uno de nosotros, nace precisamente del saberla, a la vez, de todos, porque sólo tiene sentido por ser una empresa común e ilusionante.

Lo que sigue, claramente tan antifranquista como esperanzador, tampoco tiene desperdicio: “de tu santa siesta ahora te despiertan versos de poetas”

No conozco mejor descripción del franquismo, ni más breve y rotunda: “santa siesta”, siempre bajo el punto de vista de una joven de la época. Recuerden, un Régimen apodado, no sin razón “nacional-catolicismo”.Un pueblo, más que dormido, adormecido bajo la opresora influencia de la Iglesia. ¿Hay quién dé más?

Y aún queda la segunda parte: “ahora te despiertan versos de poetas”. Es todo un tópico, pero de los que encierran una aguda verdad. No fue la primera que lo dijo: a los pueblos no los mueven, no los ponen en marcha, nada más que los poetas. Gracias al Cielo, añado.

Todo cuadra muy bien para la época en que fue escrito; pero si lo trasladamos al momento actual, también sirve. Y con no menos precisión.

Si la España que puede hacer algo contra la terrible etapa que estamos padeciendo, continúa adormilada, mal futuro nos espera.

Así lo remacha Cecilia: “¿Dónde están tus ojos, dónde están tus manos, dónde tu cabeza?”. Traducción: ¿A qué estás esperando para darte cuenta de lo que tienes encima (ojos, o sea, abrirlos a la realidad.), valorarlo como debes para, después, tomar una valiente decisión (cabeza, metáfora del razonar y decidir) y los más importante: ponerla en marcha (manos, siempre símbolo del obrar).

Lo que sigue, también tiene su gracia: “De las alas quietas, de las vendas negras sobre carne abierta”. Vuelve a la misma idea. Un país dormido, que sufre en silencio. Lo mejor, lo de las vendas negras, clara alusión al fascismo. Que no ha perdido actualidad, pues si tuvimos totalitarismo republicano y del Frente Popular y luego franquismo, ahora nos encontramos a menos de un cuarto de hora de un Régimen claramente nazi, que como no espabilemos…

Continúa remachando lo de siempre: “¿Quién pasó tu hambre, quién bebió tu sangre cuando estabas seca?”

Tampoco deja de ajustarse a lo que tenemos encima.

El final es, sencillamente glorioso: puro “Méjico lindo y querido” pero sin ripios: “Pueblo de palabra y de piel amarga, dulce tu promesa/quiero ser tu tierra, quiero ser tu hierba cuando yo me muera” Apoteosis en orgullo patrio y esperanza, sí; pero adobado con amor, con mucho amor.

En definitiva, una bellísima canción con letra que parece hecha a la medida.

Por razones de duración, yo me quedaría sólo con la primera y la última estrofa, las realmente sustanciales.

De modo que quedaría así: “Mi querida España, esta España mía, esta España nuestra/de tu santa siesta ahora te despiertan versos de poetas/ ¿Dónde están tus ojos, dónde están tus manos, dónde tu cabeza?/Mi querida España, esta España mía, esta España nuestra/Pueblo de palabra y de piel amarga, dulce tu promesa/ Quiero ser tu tierra, quiero ser tu hierba cuando yo me muera/ Mi querida España, esta España mía, esta España nuestra.

Espero haber convencido a más de uno de que convendría cambiar el que tenemos por el que acabo de comentar. A ver si, como en Méjico, aparece una ilusionante corriente ciudadana en pro del cambio a mejor. A mucho mejor. Ojalá.

A mi modo de ver, ni color.

Ya estoy deseando ver y escuchar a nuestros internacionales cantar para todos nosotros y a pleno pulmón “Mi querida España, esta España mía, esta España nuestra”

¡Y olé!

 

Luis XIII… y medio

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