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Y el hombre gritaba como un poseso, pidiendo justicia, sin darse cuenta que eso que reclamaba, era precisamente lo que le iban a dar
Y es que la memoria es muy flaca cuando se trata de recordar las injusticias, canalladas y quebrantos, que a lo largo de nuestra vida hemos infringido a los demás. Injusticias y crímenes, que -tarde o temprano- terminan por pasar factura.
Unos lo llaman ´karma´; otros, ´justicia poética´; y un servidor lo menta sentenciando aquello de ´a todo sátrapa le llega su San Martín´.
¡Y vaya que llega!
Antes de gritar exigiendo justicia deberíamos, honestamente, hacer examen de conciencia, para ver si es justicia lo podemos reclamar o, más bien, misericordia. Si es a Dios o al diablo, a quién debemos implorar, nuestras obras pasadas, buenas, malas, o criminales, lo dirán.
Un servidor, por su parte, ´sentadito´ a la puerta de su casa, comiendo palomitas, esperando ver ´la procesión´ pasar.
“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados”. Mateo 5:6.