Quienes no conozcan las inhumanas salvajadas que cometieron los belgas en el Congo, difícilmente comprenderán porqué el virus ´buenista´, que infecta Europa, nace y se reproduce desde la hoy merengue Bruselas y su bien pagada logia de funcionarios ´woke´. Veamos.
Leopoldo II de Bélgica, y Soberano del Estado ´Libre´ del Congo, fue quien, a punta de bayoneta, comenzó a aplicar el modelo de explotación sistemática de una población, exigiendo a los congoleños que recolectaran látex (caucho natural), entregaran colmillos de elefantes, amén de suministrar alimentos a los colonos belgas.
El rey belga, a título personal, se otorgó el monopolio sobre casi todas las explotaciones de recursos naturales y riquezas del Congo.
Su modelo ´empresarial´, implicaba el expolio y la explotación máxima de las riquezas naturales del Congo, mediante el uso y abuso de mano de obra gratis a la fuerza.
Se trataba de obligar a la población congoleña a recolectar el látex y aportar obligatoriamente una determinada cantidad por cabeza, así como de entregar enormes cantidades de colmillos de elefantes.
Para tan usurero fin, Leopoldo II mantenía una fuerza colonial, formada por un ejército compuesto de negros, mandados por oficiales blancos, encargados estos últimos de vigilar el rendimiento en el trabajo.
A tal fin, los belgas utilizarán, sistemáticamente, métodos de una absoluta brutalidad. Sirva como ejemplo que se establecía por cada habitante, lo que debía de aportar al bolsillo del insaciable Leopoldo.
Para obligar a los jefes de aldea, y a los hombres y niños, a trabajar, encarcelaban a las mujeres en campos de concentración, en los que éstas eran sometidas a abusos sexuales por parte de los colonos, o de los matones congoleños de la Fuerza Pública.
Si no se obtenían los resultados y las cantidades exigidas ´por hombre´, los ejecutaban, o los mutilaban. Fotos de la época muestran a personas que fueron víctimas de esas mutilaciones, por ´bajo rendimiento laboral´.
Por otra parte, los soldados de la Fuerza Pública, debían demostrar que habían utilizado cada cartucho disparado, de una manera eficiente. Es decir, por cada bala gastada, un congoleño muerto. Y por cierto, a la hora de matar o mutilar por ´bajo rendimiento en el trabajo´, no se hacía distinción entre hombres y niños.
Y no sigo, porque el tema da para escribir más de un libro. De hecho, hay muchos publicados al respecto.
Así pues, si los belgas, y sus vecinos colindantes, tienen una conciencia que lavar, que pidan perdón y luego, como penitencia, se metan por el culo su buenista agenda de colorines, y dejen de marear a los demás, con sus mariposadas, tales cómo esa Ley de la Restauración de la Naturaleza, que está arruinando a agricultores y ganaderos, amén de provocar desastres humanos y materiales, como la reciente riada que ha asolado Valencia, por la prohibición, bajo pena de multa obesa, de limpiar el monte y los cauces de los ríos.
Cambiando de continente, en estos momentos, en California, se están comiendo con ´patatas a la brasa´, las consecuencias que tiene ser cuna de la cultura ´woke´, y haber practicado hasta el vicio, su agenda ´sandía´ del 5 x 5: Verde por fuera, roja por dentro; tú te agachas y yo te la meto. Eso sí, de una manera eco sostenible y resiliente. Resiliente, el majado culo; claro.