“¡Qué tiempos aquellos!” “¡Ay, si volvieran!”
hoy son exclamaciones muy frecuentes;
inútil añoranza de unas gentes
que, ante la actualidad, se desesperan.
Las cosas eran, ¡ay, como debieran.
Qué racionales, ¡ay! qué diferentes;
entonces, con Gobiernos competentes,
la paz, la dignidad, no se perdieran.
Quienes, muchos hoy son, así suspiran,
presas de un desengaño comprensible,
cierta su decepción, tal vez olvidan
que lo que piden es un imposible;
de lograrlo algún día, se despidan
que esto va a ir a peor, es lo terrible.
Lo racional, ha mucho, se perdió:
cuando la Edad de Piedra terminó.