Lo que decidirá unas Elecciones
nunca es lo que vota el personal;
porque allí, lo en verdad, fundamental,
por encima de votos y opiniones
está en el que maneja, por cojones,
el recuento, poco o nada cabal;
es decir, el resultado final.
Y los, demás, ¡abajo, pantalones!
Del mismo modo, al final, el que manda,
nunca va ser el que lo haga mejor,
sino el que maneje la propaganda,
dueño de la noticia y el rumor.
La victoria será para una banda,
del bulo y fango, esté por la labor.
A partir de ahí, el resto del Estado,
para el más golfo, da igual si votado.