Investigador Asociado

La influencia woke en Europa

Centro de Derechos Fundamentales (@El_Centro_DF) Madrid

La influencia woke en Europa

La decisión del gobierno estadounidense de suspender la mayor parte de las actividades de USAID ha supuesto un terremoto en el mundo de las organizaciones no gubernamentales. En todo el mundo, eran decenas las ONG dependientes de la financiación estadounidense. La agencia, fundada en 1961 en plena Guerra Fría, fue un instrumento esencial de la influencia estadounidense. Por ejemplo, sirvió para contrarrestar las acciones de la Unión Soviética para atraerse los apoyos de los gobiernos africanos durante la Descolonización así como para contrarrestar la influencia cubana y soviética en Centroamérica.

Sin embargo, a partir de la década de los 90, USAID fue convirtiéndose más en una herramienta de injerencia política mediante la acción humanitaria. Así, so pretexto de la ayuda al desarrollo, la asistencia sanitaria o la lucha contra la pobreza, fue imponiendo las políticas ambientales, sanitarias o de familias dimanadas desde las agencias de las Naciones Unidas y desde los gobiernos progresistas estadounidenses. La Agenda 2030 ha tenido, en los últimos años, uno de sus principales apoyos en la gran agencia cuyo cierre ha propuesto el presidente Trump.

En efecto, después de la orden ejecutiva de enero de 2025 que acordaba la suspensión de la financiación de la mayor parte de sus proyectos durante un periodo de 90 días, ha habido debates en la administración a propósito de su cierre definitivo. Por supuesto, la decisión no ha estado exenta de polémica -impugnaciones judiciales suspensiones cautelares, despidos masivos- pero parece claro que los días de la influencia progresista encubierta como ayuda humanitaria tocan a su fin.

En los países  de Europa Central y Oriental, USAID desempeñó un papel crucial para apoyar las transiciones desde los regímenes comunistas hacia la democracia: reformas económicas, fortalecimiento institucional, armonización de normas como parte del camino hacia la UE, etc. Sin embargo, a medida que avanzaba la década de los 90, su papel fue reduciéndose en favor de otras ONG cuya agenda progresista terminaría asumiendo la propia USAID. Así sucedió, por ejemplo con la red de organizaciones sostenidas por el empresario George Soros, a quien ahora ha sustituido su hijo Alexander. De este modo, en Europa, las decisiones relativas a la suspensión de financiación de proyectos por parte de USAID no va a tener el impacto que sí ha tenido en otros continentes.

En efecto, la Open Society Foundations (OSF) y las organizaciones vinculadas a ella sigue teniendo una formidable capacidad de influir sobre las sociedades en las que opera. Esa influencia se traduce en la promoción de políticas progresistas en materia de familia, inmigración, medio ambiente, economía, sanidad, etc. No sería exagerado decir que la OSF es hoy uno de los grandes caballos de Troya de las politicas«woke» en los países europeos así como en la propia UE. Por eso, sería un error confiar en que el cese de actividades de USAID implicaría un retroceso del progresismo en Europa.

El Centro de Derechos Fundamentales ha investigado la influencia de la OSF en Europa, donde ha gastado 781 millones de dólares en financiar a 1846 «organizaciones que promueven la ideología de género, la locura woke o las políticas identitarias» entre otras cosas. Estas acciones de influencia son parte de la estrategia desarrollada no sólo en otros países europeos, sino en la propia Bruselas en aras de impulsar las políticas progresistas y los intereses empresariales subyacentes a ellas. Resulta interesante estudiar estas actividades desde la colusión de intereses empresariales, políticos y económicos de la élite progresista que describe vivek Ramaswamy en«Woke, Inc.: Inside Corporate America’s Social Justice Scam». Estas acciones de influencia se dirigen, por lo común, contra países con gobiernos soberanistas, conservadores, y, en general, opuestos al globalismo.

Estas acciones de influencia suponen, por una parte, una injerencia en las políticas de los Estados así como de la propia UE encubierta bajo el camuflaje de la filantropía. Detrás de los intentos de impulsar políticas progresistas subyacen intereses empresariales y políticos que se ocultan a los ciudadanos. Para impulsarlos, se socava la propia soberanía de las naciones mediante la imposición de políticas y decisiones contrarias a la voluntad de los ciudadanos y a los propios intereses nacionales.

Las consecuencias están a la vista: la polarización creciente a medida que las naciones se resisten a lo que se les pretende imponer, la ruina de las economías europeas, la crisis demográfica y familiar agravada por décadas de promoción del aborto y de falta de apoyo a las familias, la alienación de los europeos en sus propios países, la inmigración masiva… El precio de estas acciones de influencia lo están pagando los europeos en el deterioro social que se extiende a ojos vista. Como señala Shea L. Bradley Farrel en«Last Warning to The West. Hungary´s Triumph Over Communism And The Woke Agenda», Occidente no ganó la Guerra Fría ideológica de modo que hoy «el progresismo que hoy permea Occidente y niega nuestrastradiciones parece buscar el cambio por el cambio mismo, no para llegar a un lugar mejor y no para el progreso de la sociedad».

Ricardo Ruiz de la Serna

(@RRdelaSerna)

Investigador Asociado

Centro de Derechos Fundamentales (@El_Centro_DF) Madrid

 

 

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