Estimado Sr. Ábalos,
Me dirijo a usted con la única intención de dar a entender a los lectores su postura profesional, por si en algún momento le sirve de ayuda. Creo necesario, aunque no será relevante para mi disertación, poner al lector en antecedente sobre su coqueteo, nada afeminado, con la guerrillera narcocomunista colombina del M19. Sólo para el que, en un descuido, no recuerde a lo que se dedicaba este grupo, le diré que fue el que asaltó el Palacio de Justicia de Bogotá, lugar en el que se encontraban las oficinas de los magistrados de la corte suprema, para cumplir una misión directa: incendiar los expedientes que demostraban que Pablo Escobar era el jefe supremo del Cartel de Medellín. El incendio se extendió más de lo que pensaron y provocó la muerte de 54 inocentes, entre los que hubo 11 magistrados.
Es necesario decir que el actual Presidente de Colombia, Gustavo Petro, pertenecía al M19, que no era otra cosa que el brazo armado del Cártel de Medellín. Después del luctuoso suceso, ninguno de los integrantes del asalto respondió ante la justicia, ni se esclareció el caso de Pablo Escobar ni del dinero que financiaba a las guerrillas. No sabemos bien por qué, pero el caso es que el exministro Ábalos tuvo que cooperar de forma eficaz con el M19, ya que los jefes de la guerrilla no dudaban en referirse a él como “el comandante Ábalos”.
Sin acritud, señor Ábalos, como diría el expresidente del Gobierno de España, Felipe González.
Tras el breve preámbulo, me dedico a lo que de verdad me proponía hoy, que es ayudar al lector, ávido de captar información, a entender cuál fue la postura del ex líder socialista cuando decidió afrontar sus desvanes con el género opuesto. Porque he de suponer, que usted, señor Ábalos, no comulga con lo del género fluido, queer, y esas modernidades que tanto defienden sus compañeros de partido.
El hecho de que usted hubiese contratado a una “señorita de compañía” no tiene nada de novedoso, muchos antes lo han hecho y en su partido tiene auténticos fanáticos. Lo que sí llama la atención es que lo haga desde un catálogo que le muestra en el móvil su factotum incondicional, Koldo, y no por el hecho de ser por este medio, sino por la intención que usted tenía para con ella. Probablemente, y tras un estado de ebriedad consumado se cometan errores que luego se pagan. Tenga en cuenta que ya Eurípides en siglo V a.C., y en referencia al vino dejó escrito: “ese pharmakos único para inducir el sueño y el olvido de las penas cotidianas que se vierte en libación para los dioses y es en sí un dios”. ¡Casi nada, dio en el clavo! Por este motivo creo que todo lo que ha hecho tras conocer a su musa Jéssica, ha sido debido a haberse encontrado en un estado similar al referido por Eurípides en su tragedia Las Bacantes.
Jéssica, esa pobre víctima que no tenía más pretensión que acabar sus estudios universitarios y emprender una próspera vida profesional. ¡Claro que sí!, y vuelvo a Eurípides y a sus Bacantes. En un momento de la tragedia se cuenta como Dionisos obliga a las mujeres a ser castas, de tal forma que: “la castidad depende del carácter, y la que es por naturaleza casta participa en las orgías sin corromperse”. Eso es lo que pensaría Jéssica cuando conoció a su generoso mecenas, el amor no fluyó, pero la castidad quedó intacta.
En fin, que la afortunada Jéssica Rodríguez consigue un puesto de auxiliar administrativo en el Grupo Tragsa que es un holding de empresas públicas adheridas al SEPI, adscrita al Ministerio de Hacienda que dirige María Jesús Montero. Hasta aquí, todo casi bien, porque según reconoció Jéssica en su declaración, ella entró como secretaria del hermano de Koldo sin experiencia alguna y tras una entrevista que solo sirvió para que la conociesen, dicho por ella. Al puesto se presentaron 900 candidatos y ella quedó como número dos en puntuación, sin experiencia previa en ese puesto de trabajo y cuando aún seguía cursando sus estudios de odontología.
Señor Ábalos el nepotismo tampoco lo ha inventado usted, pobres los que se quedaron fuera del puesto con cualidades para optar a él, simplemente porque usted diese un golpe en la mesa para decir: “invoco para tí a la diosa Mylitta” que era como se hacía en la Babilonia del siglo V a.C., dentro del templo, para desflorar a las jóvenes doncellas que allí se encontraban. Pero quien sabe, puede que aun habiendo sido tan caricaturesco su encuentro con Jéssica afronte una vida llena de amor verdadero junta a ella, las declaraciones frente al juez no son más que rencillas anecdóticas insignificantes, no se preocupe. Como precedente tiene al ilustre Filipo de Macedonia, padre de Alejandro Magno, que se desposó con la hieródula Olimpia, famosa por celebrar de forma desenfrenada los misterios dionisíacos (la hieródula fue de forma primigenia la esclava del templo. Con el tiempo el término tomó la connotación de “sierva del amor”).
Si al menos hubiese tenido la deferencia de presentarla como hetaira (“compañera del varón”, prostituta de la Antigüedad, no esclava, que debía pagar un impuesto), se le habrían considerado sus dotes naturales, culturales y su posición. Una de las más conocidas hetairas de la historia fue Aspasia, amante de Pericles, que no solo era alabada por la voluptuosidad de sus formas sino por su capacidad oratoria y talento político. Decía Plutarco que, incluso, Sócrates llegó a visitar a Aspasia, en compañía de sus discípulos, y que sus amigos más íntimos traían a sus esposas para que la escucharan. Mi querido exministro, si hubiese presentado a Jéssica de esta manera, otro gallo le cantaría.
La pobre Jéssica no va a cargar con la culpa de todas sus imprudencias, ella no ha hecho más que evitar un sórdido lupanar y vender su honor por la causa que ha considerado necesaria. La opinión pública española la vilipendia con inquina, mientras que usted no hace gala de su afamada caballerosidad para defenderla cual caballero andante defendiendo el honor de la amada, a la que presentar los logros de sus victorias. Ya que requirió sus servicios, al menos no denoste su figura. Las feministas no la defienden con las uñas, dejando a la vista su sectarismo, se reservan las críticas para Isabel Díaz Ayuso que es un personaje más sugerente en términos de intentar rascar todo voto posible.
En fin, que le voy a decir mi querido exministro vecino de Torrente, y no es coña, nació en ese pueblo de Valencia. La fortuna no persiguió a Santiago Segura cuando inició su célebre saga de Torrente, ese casposo y deplorable personaje cinematográfico que tanto lucro le ha reportado. De haber conocido a José Luis Ábalos, habría realizado una serie de películas que habrían dejado al Torrente, seguidor del Fari, en un mero aprendiz de policía corrupto, ramplón, soez y zafio.
JOSÉ CARLOS SACRISTÁN. COLABORADOR ENRAIZADOS.