Carmelo Álvarez Fernández de Gamarra: «El quinto y el séptimo MANDAMIENTO»

Carmelo Álvarez Fernández de Gamarra: "El quinto y el séptimo MANDAMIENTO"

Hace unos días, la organización “Católicas por el Derecho a Decidir” (CDD) lanzó en México una nueva campaña bajo el lema: “el aborto es un hecho, y decidir nuestro derecho”. Qué bonito eslogan, digno de una agencia publicitaria progresista de Nueva York, no de un movimiento que pretenda tener algo que ver con la fe católica. Porque aquí está la clave: esto NO es un movimiento católico, aunque se disfrace con rosarios de plástico y crucifijos de colores arcoíris.

En la presentación de la campaña, CDD se apoya en encuestas que presentan como verdades reveladas: tres de cada cuatro personas —incluyendo católicos— estarían a favor de la legalidad del aborto; dos de cada tres se opondrían a que las mujeres vayan a prisión por abortar. Maravilloso. Pero ¿qué encuestas? ¿quién las financió? ¿qué preguntas se hicieron? Y, sobre todo: ¿a quién se preguntó? Porque ya sabemos cómo funciona: si mezclamos en la misma bolsa a católicos practicantes, bautizados que no pisan la iglesia desde hace treinta años, evangélicos, agnósticos, ateos, “espirituales, pero no religiosos” y estudiantes de primero de sociología, el resultado es ese 80% milagroso que parece respaldar cualquier cosa. Una manipulación de manual.

No hay transparencia metodológica ni honestidad en estas cifras. No sabemos si los encuestados entienden realmente lo que significa un aborto, ni qué nivel cultural tienen, ni si fueron informados de lo que implica biológicamente: la eliminación de una vida humana única e irrepetible. Probablemente, la mayoría respondió a preguntas formuladas de modo ambiguo, diseñadas para producir justo el resultado que los financiadores del estudio necesitaban. Y si no cuadraba, pues siempre queda el recurso de inflar números y llamar a eso “la voz de los católicos”. O nos las inventamos. ¿A quién le importa? A los Católicos, sí.

Desde esta atalaya les requiero a que nos envíen y pongan en nuestro poder esas encuestas para poder revisarlas y estudiarlas. ¿A que no nos las envían?

El informe histórico sobre CDD revela que no son precisamente un grupo parroquial de barrio. Su origen se remonta a los años 80, inspirados por Catholics for a Free Choice en Estados Unidos, organización creada con el único fin de socavar desde dentro la enseñanza católica sobre la vida y la sexualidad. Desde entonces, la red se expandió por América Latina y España, siempre con la misma receta: feminismo radical, teología “de la liberación” en clave “woke” y reinterpretación de la fe al gusto del progresismo.

En México, Argentina, Brasil, Colombia, El Salvador, España… todas sus filiales repiten el mismo guion: presentarse como “la voz de los católicos de base”, mientras acusan a la jerarquía de ser retrógrada y patriarcal. Y siempre, siempre, colocar el aborto como derecho humano.

Y curiosamente se adueñan de la Iglesia Católica asegurando que la mayoría de los católicos (“católicos de base” al puro estilo de la Teología de la Liberación) están en desacuerdo con la Jerarquía Eclesiástica. Claro, con esas encuestas.

El propio informe lo admite: CDD se financia con fundaciones extranjeras como Ford, Hivos, IPPF o la misma Catholics for Choice. También detrás, algunos millonarios que Vds. ya bien conocen. Ningún obispo, ninguna diócesis, ninguna parroquia sostiene a este movimiento. Es un caballo de Troya introducido con dinero internacional, diseñado para disfrazar de “católico” lo que es, en realidad, un proyecto ideológico perfectamente alineado con la agenda globalista: aborto, eutanasia, ideología de género y demolición de la moral cristiana.

Conviene recordarlo con contundencia: la Iglesia Católica ha condenado el aborto desde el siglo I. Ya la Didaché (2,2), uno de los documentos más antiguos del cristianismo, lo dejaba claro: “No matarás al niño por aborto ni darás muerte al recién nacido”. El Catecismo actual lo reafirma en el número 2270: “La vida humana debe ser respetada y protegida de manera absoluta desde el momento de la concepción”.

Y San Juan Pablo II, en la encíclica Evangelium Vitae, lo definió sin rodeos: “Con la autoridad que Cristo confirió a Pedro y a sus sucesores, en comunión con todos los obispos, declaro que el aborto directo, es decir, querido como fin o como medio, constituye siempre un desorden moral grave, pues es la eliminación deliberada de un ser humano inocente”. No hay encuestas que valgan contra una declaración magisterial de este nivel.

Por tanto, cualquier movimiento que defienda el aborto está fuera de la doctrina católica. Puede disfrazarse, puede llamarse “católico”, puede repartir estampitas, pero está objetivamente en contradicción con la enseñanza oficial y con el quinto mandamiento: “No matarás”. Y hasta añadiría que está en contradicción con el séptimo mandamiento: “No robarás”. Sí, “No robarás”, porque ese cuerpo que asesinas no es tuyo, es solo de él. Se lo robas…

No es que la Iglesia Católica les condene a estar fuera de la Iglesia. No hay tribunal ni sentencia alguna. Son ellas mismas las que han abandonado la Iglesia por voluntad propia. Se que les va a molestar mucho, pero NO SON CATÓLICAS.

El drama es que muchos católicos sin formación sólida han terminado siendo permeados por esta ideología “Woke”. Han aceptado sin más lo que ven en campañas publicitarias y redes sociales, convencidos de que “Dios es amor” y que ese amor justificaría incluso la eliminación del hijo en el vientre. Son católicos de misa ocasional, que no profundizan en el Catecismo ni en la doctrina social de la Iglesia, y que terminan repitiendo eslóganes como si fueran dogmas. También muchos católicos de misa diaria me he encontrado que te dicen “es que no se puede hacer nada”, “eso ya queda a la conciencia de cada cual”. Hasta tal punto ha empapado la ideología política la conciencia de muchos católicos. Pero desde luego no son la mayoría como nos quieren hacer creer con sus encuestas.

CDD se aprovecha de esa falta de convicción para sembrar confusión: si una encuesta dice que “el 65% de católicos” acepta el aborto, ellos corren a presentarlo como si la Iglesia hubiera cambiado de doctrina. Cuando en realidad lo que revela es otra cosa: la urgente necesidad de catequesis, de predicación clara y de valentía pastoral para no ceder a la mentira.

Basta ver sus campañas: “Sin Mujeres No Hay Iglesia”, “Divina Diversidad”, apoyo al matrimonio homosexual, a la ideología de género, a la eutanasia, a la anticoncepción masiva. Todo muy en sintonía con el manual “woke”, y muy poco en sintonía con la tradición católica. Usan la etiqueta “católicas” como un logotipo engañoso, como quien vende carne de tofu con forma de chuletón. Pero, seamos claros: un movimiento que promueve el aborto no es católico, del mismo modo que un pirómano no dirige un parque de bomberos ni un vegano se dedica a explotar mataderos.

Católicas por el Derecho a Decidir es un lobo disfrazado de oveja. Hablan en nombre de la Iglesia, pero están contra la Iglesia. Usan el nombre de católicas, pero desprecian el Catecismo. Prometen libertad, pero niegan la primera de todas: la del niño por nacer a vivir. Y todo ello con dinero extranjero, discursos ideológicos y estadísticas fabricadas a medida.

Tampoco es necesario ser Católico para estar en contra del aborto. Proliferan por ahí muchas asociaciones provida de agnósticos, ateos e incluso de personas LGTB. Basan sus convicciones en la Ciencia, igual que los Católicos, aunque estos últimos tienen un plus que les confiere su fe.

El fiel católico debe tenerlo claro: esto no es Iglesia, esto no es doctrina, esto no es fe. Es un montaje más del progresismo global para intentar convencernos de que el asesinato de inocentes puede ser un derecho. Y la respuesta, para los que aún creen en el Evangelio, es la misma que resonó en el Sinaí, que confirmó Jesucristo y que la Iglesia sigue predicando sin titubeos:

“¡NO MATARÁS” y “NO ROBARÁS!”

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