Una estupidez es siempre compensada por otra, de tal manera que se establezca un equilibrio para que la balanza del estupidiario no se incline en exceso hacia un lado
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Los obispos han recordado que la excomunión puede alcanzar a aquellos católicos diputados que voten a favor de la próxima Ley del Aborto.
La excomunión viene a ser el arma nuclear de la Iglesia, aunque los protones han envejecido bastante desde que Enrique VIII, empeñado en divorciarse de Catalina de Aragón y casarse con Ana Bolena, fundase la Iglesia Anglicana, con lo que al apartarse de la disciplina católica evitó la sanción.
Por otro lado, cabe preguntarse si la masturbación masculina, es decir, el desperdicio y dilapidación de los espermatozoides, portadores de vida, no viene a representar al menos un viceaborto, aspecto del que la Iglesia nunca ha dicho nada, excepto falsedades como que te podías quedar ciego.
Para la Junta de Extremadura no debe ser así, porque fomenta cursillos para que los alumnos lleguen a ser unos masturbadores de provecho y adquieran técnicas depuradas.
Me cuesta imaginar cómo se reclutará el profesorado y si los tribunales que certifican la idoneidad para impartir tan sapientes clases exigirán demostraciones prácticas.
Se nota enseguida, como ya observó Pitágoras, la tendencia a la simetría y como una estupidez es siempre compensada por otra, de tal manera que se establezca un equilibrio para que la balanza del estupidiario no se incline en exceso hacia un lado.
Si la Iglesia exhibe un canon de la Edad Media, en Extremadura se ponen manos a bragas y braguetas para plantar cara a ese fracaso escolar que nos coloca en los últimos lugares de Europa y que va conformando, promoción tras promoción, una generación de jóvenes con las ideas confusas sobre la ciencia, difusas sobre las letras, borrosas sobre el Arte e indeterminadas ante la sociedad.
No habíamos caído en ello, pero la solución parece que consiste en mandar a los alumnos a cascarla.