Un ciudadano vasco-español, empecinado en entrar en España con un pasaporte que dijera "Nacionalidad Vasca", y emprendiera una huelga de hambre, no iba a presionar a Francia a declararle la guerra a España
La descolonización del Sahara fue un desastre, casi un compendio de todo lo que no hay que hacer en una descolonización, pero esos errores se deben asumir, se deben lamentar, y se deben restañar dentro del posibilismo diplomático, sin otras presiones que las que marque el calendario y la responsabilidad.
Yo le deseo lo mejor a Aminetu Haidar: que recupere la salud, que viva feliz, que el Sahara sea un estado libre, o una autonomía libérrima, dentro de Marruecos, pero a lo que no puede obligarnos Aminatu es a declarar la guerra a Marruecos, de la misma manera que un ciudadano vasco-español, empecinado en entrar en España con un pasaporte que dijera «Nacionalidad Vasca», y emprendiera una huelga de hambre, no iba a presionar a Francia a declararle la guerra a España, con todas distancias, y mejorando lo francés, que ya sabemos cómo las gasta el monarca absolutista del reino de Marruecos, con el que tenemos la obligación de llevarnos bien, pero que no lo tragamos, y seguiremos criticándolo, a pesar de que empapeló a un periodista español, en uno de los casos más flagrantes de abandono de la profesión y de indiferencia de este Ministerio de Asuntos Exteriores, que parece que sólo se moviliza por la dieta alimentaria.
Uno se puede suicidare de muchas maneras, y morirse de patria es algo estremecedor y deslumbrante, admirable diría yo, pero vueltos al pragmatismo, todos tenemos muchos problemas, muchas frustraciones, y muchos fracasos sin resolver, amén de algún que otro proyecto, entre los que podría estar ayudar al Sahara en la medida de nuestras posibilidades actuales, que, por cierto, podrían cercenarse con empecinamientos de este tipo.
Aminetu Haidar es libre de sacrificar su vida por la patria, pero los españoles también somos libres para tomar las decisiones que creamos oportunas y convenientes.