Bécquer, con morriña de la agitación madrileña y el gusanillo del periodismo, salía de su celda y todas las tardes sentado a la entrada del monasterio esperaba al correo
Son tantas las cosas graves que nos pasan y nos ocupan, que apenas tenemos tiempo para la meditación, la reflexión o el goce estético. El pasado lunes uno de marzo se cumplió el segundo centenario del nacimiento de Frédéric Chopin. Figura importante de la Estética romántica, como lo fuera también nuestro Gustavo Adolfo Bécquer, la comparación entre ambos personajes, estéticas y paisajes emblemáticos españoles ligados a ellos, acaso no estaría de más.
Ambos no estrictamente contemporáneos, con ciertas dosis de malditismo biográfico, Chopin con sus entonces escandalosas relaciones con George Sand, Gustavo – y su hermano Valeriano- como autores de la genial e inopinada sátira ilustrada Los Borbones en pelota, murieron muy jóvenes en lapso de veinte años, en algún momento de sus vidas buscaron refugio para recuperarse de sus dolores físicos, mentales y espirituales en dos hermosos parajes, oasis de la España sosegada, templos de la naturaleza espiritualizada que sabe como el frailecico de Fuendetodos dónde está la fuente que mana y corre.
Chopin en Valdemosa y en la compañía de la citada Sand. Bécquer en Veruela, junto a su hermano Valeriano. Ambos monasterios son centros de naturaleza hermosamente humanizada donde el sosiego y la paz permiten abrir los ojos del alma a las realidades espirituales y a la llave de la creación artística. En ambos centros se conservan las celdas donde pasaron sus temporadas de asilo terapéutico.
Cerca de la celda del prior, un lugar de concentración, similar al foco de una lente, de las mayores vibraciones telúricas del lugar, la de Chopin conserva aún su piano, junto a la bandera polaca y un expositor con algunas de las partituras allí inspiradas y compuestas. Reposando sobre el teclado suele haber una rosa roja, símbolo occidental del alma abierta.
Bécquer, con morriña de la agitación madrileña y el gusanillo del periodismo, salía de su celda y todas las tardes sentado a la entrada del monasterio esperaba al correo que le llevaba su ejemplar del periódico en el que era colaborador. Escribiría una hermosa declaración sobre el amor al periodismo como noble vocación. Así, en sus propias palabras:
- “El Contemporáneo no es para mí un papel como otro cualquiera, sino que sus columnas son ustedes todos, mis amigos, mis compañeros de esperanzas o desengaños, de reveses o de triunfos, de satisfacciones o de amarguras. La primera impresión que siento, pues, al recibirlo es siempre una impresión de alegría…recuerdo el incesante golpear y crujir de la máquina que multiplicaba por miles las palabras que acabábamos de escribir y que salían aún palpitando de la pluma: recuerdo el afán de las últimas horas de redacción, cuando la noche va vencida y el original escasea…pero yo embebido con las nuevas ideas que comienzan a despertarse a medida que me hieren las frases del diario, me juzgo transportado a otros sitios y a otros días….vuelvo a seguir con interés las polémicas acaloradas, vuelvo a reanudar el roto hilo de las intrigas y ciertas fibras embotadas aquí, la fibra de las pasiones violentas, la inquieta ambición, el ansia de algo más perfecto, el afán de hallar la verdad escondida a los ojos humanos, tornan a vibrar nuevamente y a encontrar en mi alma un eco profundo.”
Probablemente ambos monasterios tuvieron una gran importancia en la obra de tan grandes artistas. La música de las esferas en piano. La manifestación de los elementales y demás criaturas del mundo visionario en forma de leyenda, carta o poema.
Con ocasión del bicentenario del genial compositor sugiero un doble homenaje a ambos autores: leer alguna de las cartas desde mi celda o de las leyendas becquerianas escuchando la música del gran Chopin.
PD: Para finalizar, con el permiso de la generosa y siempre hospitalaria Periodista digital, deseo anunciar a los lectores de este importante periódico digital español, la inauguración de mi propia página web, alfonsodelavega.com en la que además del consabido blog, el amable lector puede encontrar un ensayo interactivo sobre El entierro del conde Orgaz. Con una visión original de la famosa obra, desde el punto de vista simbólico e iniciático. Quedan todos invitados a su visita. Sean bienvenidos.