Su origen remoto se encuentra en la celebración de la Diosa Madre y del Dios Héroe sacrificado, propios de los diferentes Misterios del Paganismo iniciático
Aunque esto del “cambio el clima climático” y el calentamiento global parece que no ayuda mucho, ahora, en España, el rito más extendido durante la semana santa es tratar de ir a una playa a tomar el incierto y caprichoso sol primaveral. Paradójicamente, con ello se vuelve a formas desestructuradas de antiguos ritos primaverales relacionados con la antigua Tradición solar de la que el propio Cristianismo es una de sus expresiones, pues muchas de las fechas más sagradas del Cristianismo están fijadas de acuerdo a fenómenos astronómicos.
Los solsticios o San Juanes, la Navidad, la Pascua son representaciones de fenómenos astronómicos relacionados con nuestro sistema solar. Las dos fechas más importantes del Cristianismo: el nacimiento del Salvador y la Pascua son fechas solares y lunisolares, respectivamente.
La Semana santa se determina por una relación entre el sol y la luna. El domingo de Resurrección es el primer domingo después del primer plenilunio tras el equinoccio de la primavera. Por eso, unos años la semana santa cae pronto (marzo) y otros tarde (abril), de acuerdo al ciclo lunar.
El miércoles santo durante el oficio de tinieblas se consagra la muerte del dios luz. Se van extinguiendo todos los cirios hasta que sólo queda uno, el cirio pascual, que se oculta detrás del altar y que no vuelve a aparecer hasta el día de la resurrección.
Igualmente, el sábado santo se celebra la bendición del nuevo fuego. Dice el ritual cristiano:
“Oh Dios que por Tu Hijo, que es la piedra angular, derramaste sobre los fieles, el fuego santo de tu claridad, santifica para nuestros usos este nuevo fuego que hemos extraído del pedernal y concédenos que en esta Pascua seamos de tal modo inflamados con los deseos celestiales, que podamos llegar limpios de corazón a las solemnidades de la luz eterna. Por el mismo Cristo Señor nuestro. Amen”.
Se trata de una ceremonia de reminiscencias védicas en la que se ha sustituido el medio de lograr la chispa, la madera en los Vedas, por el pedernal en la Tradición cristiana.
El culto solar y su hijo o derivado: el culto del fuego, era objeto de ceremonias especiales en el paganismo destinadas a celebrar durante una semana, alrededor del equinoccio de primavera, la muerte y resurrección del sol. Un ejemplo: los fenicios celebraban la muerte de Adonis. Durante el segundo día consagrado a luto de Venus por su muerte el altar de los sacrificios no recibía víctima alguna, se iba a visitar a Adonis muerto.
Sea cual sea el origen de los misterios de la Pascua, permanece el fervor popular en ciudades andaluzas o castellanas, e incluso aquí en Galicia en la cosmopolita Ferrol, para celebrar la Semana santa.
Pero la profunda emoción y el ambiente curiosamente erotizado de las procesiones en Sevilla es difícil de trasmitir si no se ha vivido. Aunque dice Álvaro Mutis que nos encontramos en el tiempo de la muerte del Espíritu, la emoción vive en las abarrotadas calles que rodean la enorme catedral sevillana. Explique usted a la gran muchedumbre que abarrota las calles que estos rituales quizás sean anteriores al propio Cristianismo, que su origen remoto se encuentra en la celebración de la Diosa Madre y del Dios Héroe sacrificado, propios de los diferentes Misterios del Paganismo iniciático, un ejemplo claro de esa porfidización de las creencias que nos cuenta Spengler: No le escucharán.
En este tipo de rituales es la emoción lo que se mueve, se conmueve el corazón, aunque la razón lo explique de una u otra manera.
En gratitud y homenaje por Su protección de las tarascadas del morlaco – o de los corchetes – y como manifestación de prestigio social por sus éxitos y trofeos profesionales, antiguamente los toreros de fama regalaban esmeraldas a la Virgen de la Esperanza Macarena como ahora los cofrades de Juan Guerra facturas falsas del ayuntamiento sevillano.
“Mirad a las tres Marías / con sus cálices de plata / van recogiendo la sangre / que Jesucristo derrama”
Este año la luna tempranera hace que la Semana santa se celebre casi en marzo, tan cerca del espantoso 11 M de tan triste recuerdo. Con un Judas cuya imagen en los pasos acaso haya que actualizar para que se asemeje a la del Tribunal Constitucional, ¿Cantará alguien saetas desoladas al sacrificio de inocentes? ¿Dónde están los cálices para recoger la sangre derramada de la España agonizante?
Pero, ¿quién sabe? Ha aparecido en Egipto un texto copto de un evangelio llamado de Judas, ya condenado por San Ireneo en el siglo II. Este texto rehabilita la figura de Judas el supuesto traidor que sería sin embargo, discípulo de Su confianza, receptor de Su hipotética doctrina secreta y encargado de posibilitar la misión histórica de Jesús. Esa doctrina secreta recordaría los planteamientos gnósticos sobre el demiurgo y los órficos: el cuerpo, tumba del alma. Y pondría al Barrabás del Bernesga en su lugar.
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