El Gobierno de Zapatero se entretiene censurando los cuentos de la Cenicienta y no entra en cuestiones como el sometimiento a las mujeres en el Islam en el que la discriminación a la mujer no es una desviación sino un precepto coránico. El velo en cualquiera de sus modalidades (hiyab, chador o burka) es un signo de discriminación de la mujer.
Las mujeres son seres inferiores y su testimonio, en los países islámicos, vale la mitad ante los tribunales. Pueden ser repudiadas sin derecho alguno sobre sus hijos. Si son adúlteras, según la sharía, se las lapida. Y, además, la poligamia es lo fetén. Pero veamos lo que dice el versículo 38 de la asura IV del Corán: «A aquellas mujeres de quienes temáis la desobediencia, amonestadlas, confinadlas a sus habitaciones, golpeadlas».
Por supuesto que la libertad religiosa se encuentra amparada por la Constitución española. Ahora bien, ¿es el velo un simple signo religioso o lleva aparejado valores antitéticos con la Carta Magna y con la propia libertad? El asunto es harto complejo puesto que además estamos ante un Ejecutivo que expulsa a los crucifijos de las aulas al tiempo que quiere que los velos islámicos entren en ellas bajo el argumento de «que no atentan contra los demás» (Gabilondo dixit).
Pues nada, nada, que reescriban la Cenicienta y le pongan el velo que eso sí que es igualdad, pero de la buena.