Como les venimos contando, nos encontramos en San Sebastián, en Donosti, en la entrañable ciudad vasca que aspira, con todos los merecimientos, a ser Capital Europea de la Cultura en el año 2016, y donde hoy se inicia el «rally» de coches de época de «Protagonistas», que recorrerá el norte de España y llegará a Ponferrada a finales de semana.
Uno dice San Sebastián, o Donostia o Donosti, y mira hacia el Cantábrico, el mar de los pescadores y de los remeros. La mente y el corazón se le pueblan de las mejores sensaciones, de la magia de esta ciudad de las tres playas (La Concha, Ondarreta y la Zurriola), destino histórico de veraneantes que descubrían la arena bajo la bruma o el oleaje bravío bajo el sol del verano. Ciudad trabajadora y seria, poblada de personas forjadas en la lucha cotidiana, y con un talante al que muchos visitantes definen con dos palabras: «tiene clase». Y «tener clase» es mucho más que tener dinero o largos apellidos blasonados; es participar de una «aristocracia del espíritu» en que la vulgaridad o la chabacanería no tienen sitio.
Montes de Igueldo y Urgull, museo de San Telmo (donde Zuloaga conversa con el Greco), palacio de Miramar, convertido en parque municipal, abierto a todos los donostiarras y a los visitantes. O Palacio de Aiete, también abierto al público, y teatro «Victoria Eugenia», sede de acontecimientos musicales y cinematográficos de relevancia mundial.
Hoy pasearemos por Donosti, miraremos a la isla de Santa Clara (¿habrá algo más hermoso en el mundo que ser farero en el islote de Santa Clara?), Y nos perderemos por las callejas del casco viejo, por las tascas, los bares de pinchos, las sidrerías, que históricamente determinaron que San Sebastián fuese una de las cunas más prestigiosas de la mejor gastronomía. Aquí están Arzak y Akelarre y Martín Berasategui, catedrales del buen comer, que también es una forma del buen sentir y del buen convivir, de la armonía de los sentidos.
La tropa de «Protagonistas», que recorre España a pie, en tren, en coches de época, caminando, subiendo a las montañas o bajando a las minas, bañándose en los mares o mirando al cielo. La tropa de «Protagonistas» -decimos- se siente muy honrada por estar hoy en Donostia, en este magnífico Hotel Costa Vasca-Barceló, parada y fonda para tantos viajeros. Hoy queremos hacer un canto a San Sebastián, y también rogar, clamar, exigir, que los etarras desaparezcan para siempre de este paisaje y de este paisanaje. Unos etarras en retirada, pero que siguen chantajeando a los empresarios o amenazando con la colocación de detonadores, como ayer ocurrió, en un buzón de unas viviendas donostiarras. Estamos con ustedes, estamos con vosotros, queridos amigos de Euzkadi, para poner un grano de arena en la desaparición del dolor y del miedo.
Uno dice Donostia, y una gaviota vuela, y suenan las notas musicales del orfeón del Cantábrico, del Orfeón Donostiarra, de la «tamborrada», del festival internacional de Jazz. Porque San Sebastián tiene clase, y eso no se compra ni se vende: se siente, y es una bendición.
