"Da la sensación de que el filme es una pegatina de debates", critica la prensa local

‘Ágora’ se estrella en Argentina

'Ágora' se estrella en Argentina
El clima de tensión es recurrente en "Ágora".

¿Alguien duda de que España es el país más idiota de Occidente? Pues que se dé cuenta de que el panfleto de Ágora sólo ha triunfado en España. En Francia, Estados Unidos, Italia, México y ahora Argentina, ha sido un fracaso.

Aquí no sólo permitimos que venga de Rumanía una niña embarazada de diez años a parir en nuestros hospitales, en vez de devolverla a su país y quitarle el niño para dárselo a una pareja que lo ame de verdad (ya veréis cómo algún progre me echa en cara esto), sino que encima pagamos por ver basuras cinematográficas… y dos veces: vía impuestos y vía taquilla.

Alejandro Amenábar y la productora de Ágora, que es de Telecinco, se van a acabar comiendo la película. Cuando se estrenó en Expaña, Amenábar ya se olió algo y se puso la venda antes de la herida, como aquí conté. En cuanto Ágora se fue a hacer las Europas y las Américas, las bofetadas han sido de campeonato. En México cambiaron el título y el cartel de la película, a ver si algún despitstado pasaba por la taquilla para ver una de romanos, con chica guapa incluida. Y ahora en Argentina (¿cómo es que ha tardado un año en estrenarse?), en su primera semana ha quedado octava. Un forero de este blog nos lo ha contado.

¡Amenábar ha quemado 50 millones de euros para mentir e insultar!

¡Que me preparen un gin-tonic para celebrarlo.

LA CRÍTICA DE ‘CLARÍN’

Os dejo la crítica del diario Clarín, el más vendido de Argentina:

Da la sensación de que el filme es una pegatina de debates, escenas de muchedumbre (no hay mucha acción ya que los conflictos se dirimen, en su mayoría, con brutales piedrazos) y explicaciones de los avances científicos de Hypatia.

Y mientras ella trata de descifrar cómo orbita la Tierra alrededor del sol, tres hombres que fueron sus estudiantes y que siempre intentaron, sin suerte, conquistarla (parece que el amor y la pasión están más a mano de los religiosos que de los fríos científicos) van participando de los violentos cambios que atraviesa el Imperio Romano hacia su previsible decadencia.

Pomposa, con apenas Weisz saliendo airosa del desafío actoral que es recitar parlamentos como si fuera una obra escolar en el tono más solemne imaginable, Agora tampoco aporta mucha acción, algo que Amenábar intenta disfrazar con ampulosos planos aéreos con los que trata, uno imagina, de mostrarle a sus productores en qué se gastó el dinero en una película cuyos temas podrían haberse debatido en un par de salones.

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Autor

Luis Balcarce

De 2007 a 2021 fue Jefe de Redacción de Periodista Digital, uno de los diez digitales más leídos de España.

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