Desde que Mariano Rajoy es el presidente del Partido Popular, raros son la semana, el personaje, el periódico o el medio de comunicación que no juzga al «gallego de las barbas» y emite su veredicto respecto a sus modos de actuar. Está de moda y aquí todo el mundo opina sobre lo mismo: Los modos de Rajoy.
Los primeros, los miembros del Gobierno, algunos de los cuales parecen más empeñados en ocuparse de los modos del líder de la oposición que en gobernar, que es la misión que les corresponde. Y puede que sea este empeño el motivo por el que desaprovechan las ocasiones que se les presentan para exponer a la sociedad cuáles son sus Actos de Gobierno y los beneficios que la sociedad obtendrá con ellos. Hay incluso algún ministro que prefiere ocuparse de los cuándo, cómo y sobre qué temas debe opinar Rajoy. Y siempre encuentra motivo para la crítica, normalmente ácida y nada bondadosa, sin preocuparse de que sus razonamientos no sobrepasen las licencias propias de la demagogia y alcancen las excelsas cumbres del ridículo.
Con los medios de comunicación, sin importar el signo, la entidad e importancia, pasa otro tanto. Todos, desde el Diario Público a La Gaceta – para recorrer todo el espectro del mundo informativo impreso -, parecen haber entendido que además de informar de los hechos, que acontecen en torno a la presidencia del Partido Popular, deben analizarlos, interpretarlos y sacar conclusiones. Cada uno en función de los datos, cálculos y conjeturas que conozca, deduzca o apetezca.
En la prensa nacional hay ejemplos para todos los gustos y «conclusiones» para todas las «sensibilidades» lectoras (y escritoras). Incluso hay periódicos en los que para estos cometidos se eligen a unos profesionales determinados. Carmen Remírez de Ganuza1 es uno de estos ejemplos y – la simbiosis internet Google dixit – la especialista elegida por el Diario El Mundo para encargarse del Partido Popular.
El día 24 de julio, Remírez de Ganuza, la periodista navarra, por encargo del periódico o puede que motu proprio, echó su cuarto a espadas a cuenta de los modos de Rajoy con un titular: El gallego al que llamaban pusilánime» y un epígrafe: Una docena de cadáveres políticos descubre al auténtico «killer» Rajoy.
Aprovechando la dimisión de Francisco Camps, la periodista organiza su artículo en torno a los que llama Los doce «Caídos» (Matas, Piqué, Pizarro, Zaplana, Acebes, San Gil, Galeote, Bárcenas, Álvarez-Cascos, Camps y los hermanos Costa), para llegar a una peregrina conclusión en la que, tras el rostro bondadoso de Rajoy, descubre a un auténtico «killer» (matón o matador), que presenta al principio, a modo de «entradilla» larga en veintinueve líneas.
Pero el relato de los hechos y la forma de exponer las peripecias personales de los que en El Mundo llaman los «Caídos» es tan sesgado que parece como si, para dar coherencia al relato y coronar con éxito la construcción del singular descubrimiento del matón Rajoy, se necesitara «quemar» a Matas, «estrellar» a Pizarro, «matar» al padrino Camps, y todo junto. Y que el autor de esas «quemas», «estrelladas» y «matanzas» fuera nada menos que el gallego de las barbas.
Con la satisfacción de haber disfrutado de las opiniones del Gobierno, tras deleitarnos y regocijarnos algunos con las fascinantes intrigas descubiertas por la inteligentísima pluma, u ordenata, de la encantadora periodista de El Mundo, sigamos la moda y entremos a ver LOS MODOS DE RAJOY:
Empecemos por algunas obviedades, que para algunos parece que no son tales:
– Mariano Rajoy es una persona libre, que forma parte de en una sociedad democrática en la que uno de los partidos con representación parlamentaria es el Partido Popular, que él preside.
– En democracia, ejercer la presidencia de un partido político sólo es eso: ejercer la presidencia. Si se quiere ser coherente con el espacio político que se ocupa, fiel a los principios ideológicos del partido en el que se milita y respetuoso con las normas constitucionales del presente, esa actividad es incompatible con los usos no democráticos, bajo los que algunos parece que siguen concibiendo la acción política a la hora de enjuiciar comportamientos de todos y hacer previsiones de futuro.
– Todos los miembros de un partido político democrático, todos, lo mismo los socialistas que nos gobiernan que los populares que aspiran a gobernarnos, son libres, gozan de libertad de pensamiento y de acción, tienen sus derechos y sus aspiraciones -(todas sus aspiraciones y las de todos ellos)- merecen la consideración de todos y la equidad en el trato.
– Las normas nacionales (leyes), las reglas internas de las organizaciones políticas existentes (reglamentos, estatutos, etc.) y los Órganos y organismos establecidos, merced a ellas, merecen el respeto de todos y la no injerencia en su funcionamiento.
– Entender que ejercer la presidencia de un partido político significa injerirse en las refriegas internas, interviniendo en las aspiraciones políticas de unos en beneficio o detrimento de otros es, al menos y por decirlo de una forma muy suave, una muy curiosa manera de entender la acción política en democracia. Otro tanto puede decirse cuando se trata de reinterpretar las normas y las leyes en función de intereses puntuales o en momentos de lo que eufemísticamente se ha dado en llamar «oportunidad política».
Con lo anterior dicho y asumido, LOS MODOS DE RAJOY, desde un punto de vista de ciudadano de a pie, ajeno a los intereses de los medios de comunicación y a los enjuiciamientos políticos interesados, son de lo más sencillo y entendible que existir pueda. Se resume en una frase muy sencilla: Cada uno a lo suyo.
Los gobiernos (de la Nación, autonómicos y locales) a gobernar donde les corresponda. La Oposición a oponerse. Las Cámaras Legislativas a legislar. El Poder Judicial a ejercer su misión: Cada uno a lo suyo. Dentro de los partidos políticos, la acción personal y colectiva donde cada uno crea, pueda o deba: Cada uno a lo suyo.
Interpretar los MODOS DE RAJOY, desde la oposición a la Oposición, como hacen algún miembro del gobierno, puede que, utilizando una simple gallegada, se responda con el enunciado de algunas preguntas simples, o no:
– Don Pepiño. ¿Y si resulta que el Marino es un hombre libre y habla o calla, hace o no hace cuando quiere y no cuando usted, inteligente y paternal paisano, crea ó decida que conviene, o no? ¿A qué, don Pepiño sus preocupaciones por las conveniencias, o no, de don Mariano cuando lo suyo es el Gobierno y el partido que lo sustenta? ¿Es que a usted, don Pepiño, realmente le preocupan, o no, los problemas del P.P estando, o no, en las más altas cotas de las filas socialistas? ¿Me perdonará, don Pepiño, la última optativa, o no, dicha sin segunda intención, o no?
Pretender descifrar los MODOS DE RAJOY, como se hace desde el diario El Mundo, descubriendo matones y cadáveres políticos en personas excepcionalmente destacadas, de indudable importancia y que gozan de una excelente consideración política y social es algo distinto que, en aras de la caridad, quizá merezca el dulce y apacible reposo en una esbelta y bella papelera.
Madrid, 26 de julio de 2011
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