El Abanico

Rosa Villacastín – El Abanico – Siempre nos quedará Cayetana

Rosa Villacastín
Rosa Villacastín

A Cayetana de Alba hay que agradecerle dos cosas: una, que nos haga olvidar la crisis. Dos, los buenos ratos que nos ha hecho pasar desde que hace tres años supimos que bebía los vientos por Alfonso Diez. Un funcionario de la Seguridad Social, con aspecto de galán trasnochado, al que le ha costado sangre, sudor y lágrimas convertirse en Duque de Alba consorte. Título que lleva aparejado no sólo vivir en el Palacio de Dueñas o de Liria -según la temporada en la que nos encontremos-, sino disfrutar de otras prebendas, como podrían ser algunos Consejos de Administración en dos grandes empresas sevillanas de ámbito nacional. Ofertas nada despreciables que le mantendrían ocupado, y que le permitirían disfrutar de un estatus económico importante, gracias al cual no tendrá que dar explicaciones a nadie de lo que gasta o no, ni siquiera a los hijos de la duquesa que siguen mirando a Díez con desconfianza, por más que desde que sale con su madre se haya convertido en una estrella mediática, o precisamente por eso. Una estrella de la que algunos recelan y que otros veneran sólo por el hecho de haber conquistado a una mujer que a sus 85 años sigue bebiéndose la vida a grandes sorbos, y con verdadera pasión.

Algo que quedó demostrado el miércoles, día de su boda, en Sevilla, cuando finalizada la ceremonia religiosa la pareja salió a la puerta de Dueñas a saludar a una multitud que les vitoreaba sin cesar, que les aclamaba como si en vez de aristócratas de viejo cuño fueran dos artistas de Hollywood. Momento que aprovechó la duquesa para marcarse una rumbita al más puro estilo Cayetana de Alba. Un gesto que enardeció al respetable, y que obligó a Alfonso a sumarse a la fiesta. Una foto que quedará para el recuerdo y para la historia de la Casa de Alba.

Pero mientras esto ocurría en el exterior de Dueñas, en el interior del Palacio los gestos eran mucho más contenidos. Por un lado los cuatro hijos de la duquesa marcando territorio, en ausencia de sus dos hermanos -Jacobo y Eugenia que esa misma mañana tuvo que ser ingresada en el Ruber Internacional aquejada de varicela y de fiebre alta-, por otro, los íntimos de Cayetana y Alfonso, con Carmen Tello a la cabeza, pues no hay que olvidar que ha sido la gran valedora de un romance que ha dado la vuelta al mundo y que ha puesto de manifiesto, una vez más, el coraje de Cayetana de Alba para hacer su santa voluntad.

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