Aquel invento zapateril, que ha costado millones y millones de euros, parece no haber existido nunca para algunos miembros del PSOE
Las cosas de José Luis Rodríguez Zapatero no deberían sorprender. Pero el exjefe del Ejecutivo todavía consigue dejar su listón un poco más alto.
Su presencia en la convención organizada por el Consejo Nacional de la Resistencia Iraní en París el pasado fin de semana es un ejemplo.
Y no sólo porque dicha organización emane de una entidad catalogada como «terrorista» por el Departamento de Estado de los EEUU hasta septiembre del pasado año. Lo curioso es que Zapatero, repitiendo su mantra de defensor de las mujeres, ahora se haga un resistente al régimen de los ayatollahs.
El mismo al que en su último año de legislatura, 2010, se vendió tecnología de doble uso procedente de la industria armamentística española por valor de 33 millones de euros.
Eso sin contar las ventas de años anteriores, disparadas a partir de 2009.
Como subraya ‘ESD, una cosa es predicar y otra dar trigo, dice el refrán, que para Zapatero ha sido una máxima.
El presidente que hizo del pacifismo su bandera autorizó ventas de material susceptible de ser empleado en aplicaciones militares al mismo régimen que ahora critica.
Por entonces, los derechos de las mujeres iraníes estaban al mismo nivel que ahora: prácticamente a cero. Pero eran otros tiempos.
También fueron otros tiempos los de la Alianza de Civilizaciones, uno de cuyos asesores, el diplomático Máximo Cajal, declaraba años atrás en la cadena pública de radio que Irán tenía derecho a poseer armas nucleares.
Las explicaciones de Cajal a posteriori, señalando que eran palabras a título personal, no pudieron desligar una cosa de la otra.
Aquel invento zapateril, que ha costado millones y millones de euros, parece no haber existido nunca para algunos miembros del PSOE.
En un artículo publicado por el diputado Juan Moscoso en una revista digital, éste alerta de «la deriva autoritaria del poderosísimo Recep Tayyip Erdogan y de su partido, el AKP».
Pero Moscoso va más allá y une a una «derecha islamista» turca con «otra derecha de políticas parecidas» que, casualidad, está toda «en el PP europeo», sin obviar al de España, claro.
Moscoso arrima el ascua a su sardina pero le falla la memoria o, lo que es peor, oculta algunos datos. Si alguien ha debido sentirse cercano a Erdogan tal vez hayan sido sus correligionarios, comenzando por el propio Zapatero, que hizo del islamista turco uno de los pilares de su Alianza de Civilizaciones.
En aquellos tiempos tan bonitos, el secretario general del PSOE firmaba artículos conjuntos con el representante de la «derecha islamista» en el International Herald Tribune criticando las caricaturas de Mahoma, publicadas en virtud de la libertad de expresión, y no faltaba quien, como el entonces alcalde (socialista) de Sevilla, Alfredo Sánchez Monteseirín, llegaba a darle un premio al -entonces- simpático turco.
De eso no hace tantos años y ya en aquellos momentos Erdogan, dentro de Turquía, había puesto en marcha un proceso de islamización y autoritarismo que en el PSOE nadie denunció ni, por supuesto, hiló con la derecha europea y española.
Erdogan era el colega de la Alianza de Civilizaciones y nadie iba a criticar a quien seguía el juego de quien mandaba.
Por cierto, ¿alguien ha escuchado a Zapatero alguna declaración sobre lo que está sucediendo en el país de su antiguo partenaire?
La amnesia, por lo que se ve, hace estragos esta temporada. Al lado de ciertas salidas de pata de banco, la mudez sería más elegante.