Diario de un No nacionalista

¿Negociar con el irracionalismo islámico?

¿Negociar con el irracionalismo islámico?
Islam, musulmanes, yihad, islamista y violencia. ET

En los meses previos a la Segunda Guerra Mundial los partidarios de un pacifismo a ultranza, la izquierda no comunista y unos gobiernos tan temerosos como miopes, permitieron e incluso colaboraron por omisión con la expansión del régimen de terror nazi, la política de apaciguamiento, la sensación de lejanía (para el Primer Ministro británico Chamberlain, los Sudetes eran algo exótico y ajeno a los intereses del Reino Unido) derivarían ante una inacción de terribles consecuencias, incluso, cuando la realidad era ya incontestable, cuando Gran Bretaña y Francia habían declarado la guerra a Alemania, la primera reacción militar de la aviación británica (durante la llamada «drôle de guerre») contra una debilitada línea Sigfrido alemana fue…el bombardeo con octavillas…

Hoy día estamos repitiendo los nefastos errores del pasado, vemos a la izquierda manifestarse contra atentados terroristas y contra «bombardeos contra civiles en Siria», jugando con una estúpida e idiotizada equidistancia entre las democracias y la irracionalidad islámica, confunden quién es amigo y quién enemigo, quiénes son víctimas y quiénes son verdugos, y fundamentalmente, olvida que esos «civiles sirios» son las primeras víctimas de un régimen perverso basado en el Terror y en el castigo de las poblaciones que tienen la mala suerte de estar bajo su «égida», las personas atrapadas en el territorio del Estado Islámico son el equivalente de aquellas que tuvieron que sufrir la ocupación de la Alemania nazi.

La progresía nacional ya está movilizándose «contra la guerra», «contra la intervención militar de occidente en Oriente Medio», por las «políticas de desarrollo», en cuanto se entabla un debate al respecto siempre sale a colación la invasión de Iraq, la guerra de Bush, etc. pero ¿acaso creen que por mucho que tengan razón con ello, por mucho que se rasguen las vestiduras, va a cambiar algo de la situación actual?

También nos ilustran con la responsabilidad de «Occidente» en el proceso de descolonización, las «fronteras artificiales» nacidas de ellas (¿acaso hay alguien que crea que hay una especie de fronteras humanas naturales o que si nadie hubiese dibujado unas líneas sobre un mapa no habrían habido guerras y enfrentamientos de todo tipo y naturaleza?), todo ello es desconcertante, más aun viniendo de políticos con responsabilidad o que aspiran a gobernar un país…

Tenemos a la alcaldesa de Madrid proponiendo «hablar con el Estado Islámico», como si las palabras de su discurso tuvieran una especie de «privilegio moral» (Rorty) o estuviesen impregnadas por una especie de taumatúrgica capaz de convertir en demócratas a los aficionados a degollar a todo aquél de no se someta a la locura islamista o a utilizar a las mujeres no (suficientemente) islamizadas como esclavas sexuales…con las premisas de Carmena y los suyos, cabría preguntarse qué conseguiría un preso de un campo de exterminio nazi si iniciase un diálogo franco y sincero con un carcelero de las SS…

Por ello, las democracias están obligadas no solo a defenderse, sino también liberar a esos millones de personas que están sufriendo el yugo islamista, no es únicamente una obligación pragmática, es una obligación moral y de realismo político, ya que estamos ante un régimen cuya política e ideología islamista (como la nacionalsocialista) tiene unos «objetivos tan irracionales como ilimitados» (Hobsbawm) -el Reich de los mil años, el Califato Universal-, lamentablemente, al igual que durante la Segunda Guerra Mundial, la única forma de afrontar el desafío es acabar militarmente y de raíz con el Estado Islámico, y cuánto más tiempo tardemos más graves serán los daños que tendrán que sufrir las poblaciones en la zona del conflicto, cuánto más tiempo esperemos mayor será el número de ciudadanos se verán atrapados en medio de una guerra de liberación.

Naturalmente, hay otras medidas fundamentales: tener un plan de reconstrucción y democratización paulatina y a largo plazo en las zonas liberadas, y, sobre todo, reforzar las democracias y libertades en nuestros propios países, debemos recuperar el orgullo de ser lo que somos, de poner al ciudadano como el centro de los derechos y libertades, hemos de fortalecer y actualizar la democracia liberal para que vuelva a ser el modelo en el cuál se miren todos los pueblos del orbe, un modelo que es la antítesis del totalitarismo, un modelo que hemos de defender por nuestra propia seguridad y por la prosperidad de las generaciones futuras.

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