ZARRAPASTROSOS Y MAMARRACHAS

Podemos: Imbéciles e imbécilas

Los podemitas quieren ahora imponer el término ‘portavoza’ en el reglamento del Senado

Podemos: Imbéciles e imbécilas
Irene Montero, Pablo Iglesias y Tania Sánchez (PODEMOS). EP

Desde el PSOE aceptan también el nuevo concepto: “No me parece mal, igual que miembras“, observa la portavoz adjunta de este partido en el hemiciclo, Adriana Lastra

Elevar la anécdota a categoría de acontecimiento es propio de políticos que carecen de programa e ideas que desarrollar en las instituciones así como de iniciativas que ofrecer a los ciudadanos.

Representantes públicos que calientan la silla para buscar un golpe de efecto mediático de vez en cuando sobre nimiedades que no cambian ni mejoran en nada la sociedad en la que vivimos. En este retrato robot del antipolítico encajan perfectamente los representantes de Podemos.

El partido que dirige Pablo Iglesias sigue empeñado en imponer el término ‘portavoza’. Ahora en el Senado y con la intención de «feminizar» su reglamento. Una medida de imbéciles e imbécilas -para no dejar a nadie atrás-.

Dicha medida llevaría a revisar todos los documentos, escritos y carteles de la Cámara Alta. Una pérdida de tiempo prescindible que lejos de consolidar la incuestionable igualdad intersexual sólo servirá para frivolizar unas reivindicaciones que, por otra parte, no son patrimonio exclusivo de los populistas, sino un deseo generalizado y mayoritario de toda la sociedad española y que no es otro que la igualdad de trato, salarios y oportunidades entre hombres y mujeres.

Una igualdad de la que, desde luego, no parece ser paradigma Irene Montero. La portavoz de Podemos en el Congreso fue la primera en utilizar el término «portavoza». Montero no parece la persona más creíble y apropiada para abanderar esta causa.

Más allá del dislate lingüístico y conceptual -en Podemos, imbuidos por su ADN bolivariano, incluso han atacado a la RAE- alguien que pasa de no tener experiencia laboral a cobrar casi 10.000 euros al mes está muy lejos de la realidad y por tanto carece de legitimidad alguna para dar consejos.

Para ganar esa cifra hay que adquirir mucha experiencia y méritos a lo largo de una trayectoria profesional notoria. Sacrificio que, obviamente, no ha hecho Montero. Más vale que tanto ella como su partido, dirigido por Pablo Iglesias, se ocupen de proponer medidas para seguir ahondando en el desarrollo económico y laboral de España, que es la única manera de que la igualdad y el bienestar alcancen a todos por igual.

Lejos de eso, atizan las brasas del fuego fatuo que enciende la demagogia y fomentan la parranda política como forma de estar en las instituciones. Suele suceder cuando la prioridad es la propaganda y no el bienestar de los ciudadanos.

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