Las personas sectarias que no ven más allá del odio

La ignorancia de elaborar una ley, Irene Montero y los estómagos agradecidos

El ridículo y el daño están servidos

La ignorancia de elaborar una ley, Irene Montero y los estómagos agradecidos

“No obstante, tendrán efecto retroactivo aquellas leyes penales que favorezcan al reo, aunque al entrar en vigor hubiera recaído sentencia firme y el sujeto estuviese cumpliendo condena…” Artículo 2.2 de la Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre, del Código Penal.

Con el artículo mencionado en cabecera del código penal cualquier persona, independientemente de su ideología, llegaría a la conclusión que se aplica la ley más favorable para el condenado (en del derecho penal) si este hace uso de su legítimo derecho a una revisión a la baja de su condena, si la ley posterior aprobada en el Congreso de los diputados (que sería el legislador) se beneficia de ella.

Pero hay excepciones al respecto. Las personas sectarias que no ven más allá del odio; si le sumas el séquito de estómagos agradecidos, ya la mezcla es para ponerse a temblar ante la que se avecina. Por desgracia, se ha cumplido de nuevo.

Irene Montero no tiene excusas si dice que ignoraba la ley con sus consecuencias. Gente de su entorno, del equipo de gobierno, incluso asesores expertos en la materia, le advirtieron de la existencia de la aplicación de la ley más favorable en el código penal, con sus posteriores repercusiones, donde violadores, asesinos, y demás delincuentes, podrían solicitar la revisión de sus penas a la baja, e incluso llegando de salir de prisión, como ya se ha dado el caso.

Lejos de pedir perdón y tomar medidas para que no vuelva a suceder o minimizar el daño ¿Qué ha hecho la Sra. Ministra? ¿Y el Presidente del gobierno? La primera dijo que los jueces son machistas y el segundo nos “premia” con su silencio ante una cuestión tan delicada que nos afecta a todos.

Todo esto ha llevado a la división interna del gobierno e incluso la del partido de Irene Montero, donde ya han salido voces criticándola e incluso pidiendo su dimisión. Lejos de pedir perdón, se aferra a su cargo e insulta a los jueces. Tal ha sido la envergadura de sus palabras, que hasta el Consejo General del Poder Judicial ha tenido que emitir una nota para dar explicaciones, de una cosa tan sencilla, que ellos aplican la ley que se aprueba en el Congreso, o, en otras palabras, por parte del legislador. Además, cabe recordar que la mayoría de jueces son mujeres, las mismas tachadas de machistas, ya condenaron a los delincuentes, que, a día de hoy, ya pueden pedir la revisión de sus penas ¿Acaso antes eran machistas los jueces que los condenaron?

¿Qué ha hecho Pedro Sánchez? No se sabe. En vez de cesar a la ministra inmediatamente, la mantiene al frente del ministerio, como si aquí no hubiera pasado nada, cuando lo sucedido es de extrema gravedad (sin olvidar polémicas anteriores) en vez de pedir perdón y nombrar un nuevo sustito. Cara la opinión pública habría salido ganando atajando la polémica, pero estamos en lo de siempre: el entorno de pelotas, palmeros y estómagos agradecidos que viven de la política, porque lejos de ella son incapaces de ganarse la vida. Todo este séquito rodea a los políticos (da igual el color) les sube el ego escuchando que no tienen culpa de nada, que eso de pedir perdón resta votos; lejos de hacer autocrítica, viven “instalados” en su burbuja.

Por desgracia, todo este séquito se puede considerar como “la corte pelotera por excelencia” que aspiran a tener su “sueldo Nescafé”. Dicho de otra forma, esta “subcasta” que rodea a los políticos son peores que los mismos políticos profesionales, porque viven por y para ellos, calculando siempre electoralmente, obedeciendo y defendiendo lo indefendible, cambiando de opinión cada dos por tres con tal de mantener su supervivencia. Un verdadero asco.

Retomando el tema en cuestión, dada su importancia, ya no hablo de la dicotomía izquierda – derecha, sino de la mala elaboración de una ley mediante el sectarismo más recalcitrante y sus posteriores consecuencias para nuestra sociedad. Lo peor, es que no se asumen responsabilidades, los errores de bulto salen “gratis”, sin repercusiones, no se pagan; solo se echa las culpas a quienes aplican las leyes (por hacer su trabajo) que previamente ya condenaron a los delincuentes por sus acciones u omisiones recogidos en el código penal, dejando a la sociedad con una sensación de impunidad alarmante. Todo por culpa de uno de los males que arrastra España desde hace tiempo: el cálculo político de tanto estómago agradecido, tanto oído sordo por parte de los políticos y su endiosamiento. El ridículo y el daño están servidos.

Jordi Ferré Rey

Vecino de Tarragona

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