Hoy se dice una cosa, mañana se cambia y luego viene el presidente y acaba de rematar la faena en otra dirección
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Será casi imposible disfrutar de un año tan bueno para el deporte español como 2009. Los triunfos en fútbol, baloncesto, ciclismo, balonmano, motociclismo, natación sincronizada, lucha, judo, o atletismo se acaban de cerrar con la cuarta ensaladera de la Copa Davis.
Los nombres de Xavi, Iniesta, Nadal, Gasol, Marta Domínguez, Alonso, Julián Simón, Rafa Muñoz, Gemma Mengual, Contador o Gómez Noya, por sólo citar unos pocos, están en la cima. Lo mismo sucede con el Barcelona o el Real Madrid.
Y otros muchos están casi en cabeza en muchos deportes. ¿Cómo se ha llegado a eso? Con mucho trabajo, con una preparación de enorme exigencia, con centros de alto rendimiento, con excelentes entrenadores y capitanes.
En España, el deporte era sólo el fútbol durante mucho tiempo. Los triunfos en otras disciplinas eran más fruto de la casualidad o de un trabajo al margen de programas oficiales que de otra cosa.
Lo que ha cambiado es la planificación, el método, el trabajo, los objetivos. Todo eso ha dado el mejor año de la historia deportiva española.
En los deportes de equipo, especialmente en el fútbol, cuando los resultados son malos como no se puede cambiar a todos los jugadores, se cambia al entrenador. ¿Y en política?
La política se rige por otras coordenadas. Este, posiblemente, ha sido uno de los peores años de la todavía corta historia de la democracia española. Cierto que ha habido años terribles con la situación económica, el terrorismo.
Pero éste es el año de la inoperancia de un Gobierno ineficaz, inconsistente, sin ideas, sin dirección y cargado de contradicciones.
Basta que un ministro diga algo para que otro le contradiga y luego llegue el presidente y diga una tercera cosa.
El espectáculo que estamos dando al mundo con Aminatu Haidar es bochornoso, denigrante y puede acabar en tragedia. Se puede hacer el ridículo pero si además se miente y Marruecos nos saca los colores, es para tarjeta roja.
Lo mismo vale para la persecución a los internautas, el inventado problema del crucifijo, la ‘cruzada’ para sacar como sea la nueva ley del aborto, la reforma laboral, negada y luego promovida «de forma limitada», el abandono de la inversión en I+D+i, la reforma de las políticas de jubilación…
Hoy se dice una cosa, mañana se cambia y luego viene el presidente y acaba de rematar la faena en otra dirección. ¿De qué se habla en el Consejo de Ministros? ¿Para qué queremos otro alto cargo para negociar el diálogo social si tenemos a Corbacho?
¿Tiene algo mejor que hacer el ministro de Trabajo que dedicarse día y noche a eso? Ministros como Garmendia, González Sinde o Moratinos se devalúan por momentos. Chaves, Salgado, Corredor, Espinosa… ¿qué hacen? O cambia el presidente o cambia el equipo.
No me extraña que Gabilondo -al que se le acaba el plazo para empezar, al menos, con el pacto educativo- diga al presentar su nuevo libro, que «vivimos como supervivientes». Pero no todos, cada vez hay más náufragos en medio del océano.