La Roja y el estado de la Nación.

MADRID, 9 (OTR/PRESS)

Tras el último debate del Estado de la nación- tan esperado por la clase política- yo escribí que la vida seguía como si nada porque la vida sigue y los ciudadanos de a pie cada vez se sitúan más al margen de los políticos. Los cuatro millones y medio de parados no han cambiado de situación y en esta ocasión- como ocurre siempre- una vez apagadas las luces y los focos en la carrera de San Jerónimo la vida política volverá a su rutina y nosotros, a la crisis nuestra de cada día. Zapatero ahora hace un año llegó vio y, contra todo pronóstico, venció aunque no convenció. Presentó entonces una batería de medidas que descolocaron a sus adversarios por la cantidad, aunque no por su calidad, y enseguida se vio -al leer la letra pequeña- que eran sólo sorbete de humo, un conjunto de parches muy bien envueltos, que no han servido en ningún caso para afrontar la difícil situación económica del país.

El Estado de la nación que se analizará esta semana no puede ser más deprimente. Tanto que nuestra única alegría nos la está dando la roja, que ha conseguido cohesionar a España de norte a sur y de este a oeste, dejando a un lado las luchas identitarias a la que nos tienen acostumbrados nuestros políticos. Ya puede Montilla y sus boys ponerse delante de la pancarta intentando dar codazos y hacerse un hueco con su discurso nacionalista. Ya se pueden envolver en la senyera o gritar hasta desgañitarse todas las soflamas independentistas que quieran. Al final lo que quedará en las retinas y en los telediarios es esa imagen del Mundial donde Barcelona se llenó de banderas españolas. La roja ha fulminado el tabú y minimizado el discurso radical de algunos nacionalistas a quienes les provoca sarpullidos el mero hecho de que alguien en su entorno pronuncie la palabra España. Los catalanes como todos han gritado eufóricos el «soy español, español, español» y eso debería dar que pensar a quienes tengan la tentación de subirse al monte, con la excusa de la sentencia del Estatut, sobre todo porque tienen elecciones a la vista.

Estos días no está el horno para hablar del estado de la nación sino para comentar nuestras hazañas deportivas, pero aun así Zapatero no puede ni debe volver a sus viejas tácticas de sacarse conejos de la chistera y va a tener muy difícil convencer a los ciudadanos de que no es un muerto viviente, aunque Rajoy no debería tener todas consigo. Sabe que ese muerta esta muy vivo, va a aguantar como sea hasta el final de la legislatura y dos años en política son una eternidad, por lo que esa estrategia de sentarse a ver el cadáver del enemigo pasara ya no sirve. Queremos alternativas, propuestas y soluciones y sobre todo que alguien nos devuelva la esperanza, la alegría y la ilusión. La roja lo ha conseguido pero… dudo que nuestros políticos lo hagan.

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